miércoles, 28 de julio de 2010

FEBO / APOLO



“El del arco de plata”, “el que dispara de lejos” era hijo de Zeus y Leto y hermano gemelo de Artemisa. Tuvo un nacimiento difícil porque Hera (celosa de Leto) retenía en el Olimpo a Ilítia, la divinidad de los partos felices. Finalmente Apolo nació en la isla de Ortigia, que desde entonces pasó a llamarse isla de Delfos, es decir “la brillante”.
Cuando Hera descubrió que Leto estaba embarazada y que Zeus era el padre, prohibió que diera a luz en terra firma, o el continente, o cualquier isla del mar. En su deambular, Leto encontró la recién creada isla flotante de Delos, que no era el continente ni una isla real, y dio a luz allí. La isla estaba rodeada de cisnes. Después, Zeus aseguró Delos al fondo del océano. Más tarde esta isla fue consagrada a Apolo.
También se afirma que Hera secuestró a Ilitía, la diosa de los partos, para evitar que Leto diese a luz. Los demás dioses engañaron a Hera para que la dejase ir ofreciéndole un collar de ámbar de ocho metros de largo. Los mitógrafos coinciden en que primero nació Artemisa y ésta ayudó a nacer a Apolo, o que Artemisa nació un día antes que Apolo, en la isla de Ortigia, y que ayudó a Leto a cruzar el mar hasta Delos el día siguiente para dar a luz a Apolo.
Cuatro días después de su nacimiento, Apolo mató al dragón ctónico Pitón, que vivía en Delfos junto a la fuente de Castalia. Esta fuente era la que emitía los vapores causantes de que el oráculo de Delfos hiciese sus profecías. Hera envió a la serpiente para perseguir y matar a Leto por todo el mundo. Para proteger a su madre, Apolo suplicó a Hefesto un arco y flecha. Tras recibirlos, Apolo arrinconó a Pitón en la cueva sagrada de Delfos.[27] Apolo mató a Pitón pero fue castigado por ello, ya que Pitón era un hijo de Gea.
Hera envió entonces al gigante Ticio a matar a Leto. Esta vez Apolo fue ayudado por su hermana Artemisa en la protección de su madre. Durante la batalla Zeus cedió finalmente su ayuda y arrojó a Ticio al Tártaro. Allí fue sujetado al suelo de roca, cubriendo nueve acres, y una pareja de buitres le comían el hígado diariamente.

En Delfos, uno de los lugares de culto más importantes del mundo clásico, estaba situado el templo consagrado a Apolo. Éste era muy famoso por su oráculo, considerado el centro del mundo. Allí se hacían predicciones. Se realizaban el día siete de cada mes, por ser ése el día del nacimiento del dios.

En el Santuario de Delfos un grupo de sacerdotes oficiaban ceremonias para adivinar el futuro. Sus predicciones solían siempre decir la verdad. La tradición relata que por una fisura del el suelo emanaba una sustancia que otorgaba a las personas que entraban en contacto con ella la capacidad de predecir el futuro. A veces, éstas se acompañaban de estados de convulsión de estilo epiléptico por parte de los adivinos o adivinas. Por el contrario los estudios arqueológicos niegan la existencia de fisuras en el suelo de este templo.

La razón más exacta por la que los adivinos y adivinas acertaban con sus predicciones es que el discurrir de los acontecimientos permitía hacer un análisis realista de la situación y prever de forma exacta lo que ocurriría en un futuro próximo. También es muy posible que la influencia del oráculo fuese tan grande que provocase la adaptación de los acontecimientos a las predicciones. Además, si el oráculo fallaba, los griegos nunca pensaban que era por error del mismo, sino porque se habían equivocado a la hora de interpretarlo.

Los que querían conocer su futuro, antes de entrar en el templo tenían que lavarse y purificarse (tradición que hoy en día se da en culturas como la de los musulmanes), entregar una cantidad de dinero y sacrificar ovejas o cabras a modo de pago. Después eran conducidos a la parte más profunda de una sala. Allí se hallaba la gran sacerdotisa del oráculo, llamada Pitonisa o Pitia, la cual se encontraba ya en trance sentada sobre el trípode sagrado de Apolo. La misma, para prepararse, tomaba baños purificantes y las abluciones y degluciones de agua de la fuente Castalia, próxima al templo. Parece probable la tesis de que junto a estos rituales masticaban las hojas de alguna planta alucinógena, posiblemente laurel.

Las Pitias eran en un principio muchachas jóvenes y vírgenes, que luego fueron sustituidas por ancianas. Ya en la sala, el consultor, separado por una cortinilla, transmitía su pregunta a un sacerdote, y éste a la pitonisa, la cual contestaba con gritos y palabras inteligibles que pensaban provenían del mismo Apolo. Después el sacerdote elaboraba una respuesta en verso de tipo enigmático.

Dejando a un lado el oráculo, a Apolo se le representaba como el dios del Sol, de la música, de la belleza masculina y de la profecía. Así, no nos extraña que entre sus hazañas se cuenten numerosos amoríos con ninfas y también mortales, hombres y mujeres. Era el dios de la poesía y la música, desde donde presidía los concursos de las Musas. También era un dios arquero capaz de matar, como su hermana Artemisa, de una manera rápida y dulce con sus flechas.
Augusto, emperador de Roma, lo adoptó como protector personal. Las máximas de la doctrina apolínea eran “conócete a ti mismo” y “nada en exceso”, llamadas a la moderación, la reflexión y la razón. Así, pecados como la insolencia o la soberbia, eran castigados sin piedad por él.
Un grupo de animales le eran especialmente consagrados: el lobo que se le sacrificaba y cuyas imágenes se asociaban en las monedas, el corzo o la cierva, el cisne, el delfín, el milano, el buitre y el cuervo, de cuyo vuelo se hacían presagios.

También era visto como un dios que podía traer la enfermedad y la plaga mortal, además de tener el poder de curarla. Entre sus cargos custodios Apolo tenía dominio sobre los colonos y era el patrón defensor de rebaños y manadas. Como jefe de las Musas (Apolo Musageta) y director de su coro actuaba como dios patrón de la música y la poesía. Hermes creó la lira para él, y el instrumento se convirtió en un atributo común de Apolo. Los himnos cantados en su honor recibían el nombre de peanos.

Una de las historias que hablan de los y las amantes más conocidas de Apolo, es la de quiso tener con la ninfa Dafne. Hija de Peneo, quien le había desdeñado. En el relato de Ovidio para el público romano, Apolo Febo se burla de Cupido por jugar con un arma propia de hombres, lo que hace que éste le hiera con una flecha dorada; simultáneamente, sin embargo, le había disparado una flecha de plomo a Dafne, haciendo que ésta sintiese repulsión hacia Apolo. Tras una fogosa persecución, Dafne rezó a la Madre Tierra —o alternativamente a su padre, un dios río— pidiendo ayuda, y ésta le transformó en un árbol de laurel, consagrado a Apolo. El árbol de laurel cuyas hojas usaban sus sacerdotisas en Delfos.

domingo, 25 de julio de 2010

EL JUICIO DE PARIS / LA MANZANA DE LA DISCORDIA




HIGINO, Fábulas 92, 1-2
Venus asiste al banquete de Tetis y Peleo

Se dice que, en la boda de Tetis y Peleo, Júpiter convocó a todos los dioses excepto a Eris, esto es, Discordia, quien, al presentarse más tarde y no ser admitida al banquete, lanzó desde la puerta a los asistentes una manzana y dijo que se la llevara la más hermosa. Comenzaron a reclamar para sí este título Juno, Venus y Minerva, entre las que se produjo una gran disputa. Júpiter mandó a Mercurio que las condujera ante Alejandro Paris en el monte Ida y que ordenara a éste actuar como juez.

LUCIANO, Diálogos de los dioses XX Juicio de Paris
ZEUS: Hermes, coge esta manzana y vete donde el pastor hijo de Príamo y dile: "Paris, Zeus te ordena que juzgues cuál de estas diosas es la más hermosa; y que la vencedora reciba la manzana como premio de la competición".
AFRODITA: Por lo que a mí se refiere, iría confiada a la prueba, pero es necesario que también éstas acepten a esa persona.
HERA: Tampoco nosotras tenemos ningún miedo.
ZEUS: ¿También tú estás de acuerdo con esto, hija mía? Id, pues, y las vencidas no os enfadéis con el juez ni le hagáis ningún daño.
HERMES: Vayamos, yo delante, y vosotras seguidme. Yo conozco a Paris. No emitirá un fallo equivocado. Pero ya tenemos aquí a nuestro árbitro. Salud, pastor.
PARIS: Salud también a ti, joven. ¿Quién eres? ¿Quiénes son esas mujeres que traes contigo?
HERMES: ¡Es que no son mujeres, Paris! Estás viendo a Hera, a Atenea y a Afrodita, y yo soy Hermes, enviado por Zeus. No temas: Zeus te ordena que seas el juez de la belleza de estas diosas. El premio de la competición lo conocerás si lees la inscripción de esta manzana.
PARIS: La más hermosa, dice, debe recibirla. ¿Y cómo podría yo, que soy un mortal, llegar a ser juez de un espectáculo extraordinario y por encima de las posibilidades de un pastor? Su belleza me ha invadido por completo, se ha apoderado totalmente de mí y lo que siento es no tener, como argos, ojos por todo el cuerpo. Creo que sería un buen juez recompensando a todas con la manzana.
HERMES: Yo sólo sé que no es posible echarse atrás, tratándose de una orden de Zeus.
PARIS: Pero convéncelas al menos de que no se enfaden conmigo las dos que resulten vencidas.
HERMES: Dicen que así lo harán. Pero ya es hora de llevar a cabo el juicio.
PARIS: Lo intentaremos. Pero antes quiero saber si bastará examinarlas como están o será necesario que se desnuden para proceder a un examen más minucioso.
HERMES: Eso es algo que te corresponde a ti como juez, de manera que dispón lo que te plazca.
PARIS: ¿Lo que me plazca? Quiero verlas desnudas.
HERA: Muy bien, Paris. Yo me desnudaré la primera, para que veas que no sólo tengo blancos los brazos ni estoy engreída porque tenga ojos de novilla, sino que soy toda igualmente hermosa.
PARIS: Desnúdate también tú, Afrodita.
ATENEA: No hagas que se desnude, Paris, antes de quitarse el ceñidor. Además no debía presentarse tan ataviada ni pintada con tanto colorete, sino mostrar simplemente y al natural su belleza.
PARIS: Tiene razón en lo del ceñidor. ¡Quítatelo!
AFRODITA: ¿Y por qué no te quitas también tú, Atenea, el casco, y muestras tu cabeza desnuda, sino que agitas el penacho e intentas atemorizar al juez?
ATENEA: Ea, ya me he quitado el casco.
HERA: Entonces, desnudémonos.
PARIS: ¡Oh Zeus milagroso! ¡Qué espectáculo! ¡Qué belleza! ¡Qué placer! ¡Qué clase de doncella ésta! ¡Qué majestad la de esta otra! ¡Y aquélla, qué mirada tan dulce! Ya tengo felicidad suficiente. Pero, si os parece, quiero examinar a cada una en privado, porque ahora estoy perplejo y mis ojos se sienten atraídos por todas partes.
AFRODITA: Hagámoslo así.
PARIS: Retiraos entonces vosotras dos. Y tú, Hera, quédate.
HERA: Me quedo, y una vez me hayas examinado será también el momento de que consideres la recompensa por el voto a mi favor. Si juzgas que soy la más bella, serás dueño del Asia entera.
PARIS: Mi trabajo no se apoya en recompensas. Ea, retírate. Y tú, Atenea, acércate.
ATENEA: Ya estoy en tu presencia, Paris. Y si me declaras la más hermosa, nunca te retirarás derrotado de un combate. Porque te haré aguerrido e invencible.
PARIS: No tengo necesidad de guerras ni batallas, Atenea. Pero no te preocupes, que no saldrás perdiendo aunque dictara sentencias sin apoyarme en recompensas. Pero cúbrete ya y ponte el casco. Ahora es el turno de presentarse Afrodita.
AFRODITA: Aquí me tienes a tu lado. Examíname deteniéndote en cada uno de mis miembros. Y ahora escucha lo que voy a decirte. Ya hace tiempo que yo te alabo por tu belleza, pero te echo en cara que no te vayas a vivir a la ciudad, desperdiciando inútilmente tu belleza en el desierto. Debieras haberte casado ya con una griega de Argos, de Corinto, de Laconia, como Helena, por ejemplo, que es joven, hermosa y en nada inferior a mí, y, lo que es más importante, apasionada. Con toda seguridad, tú ya has oído hablar de ella.
PARIS: En absoluto, Afrodita, pero me gustaría que me contaras toda su historia.
AFRODITA: Es la hija de Leda, a cuyos brazos voló Zeus convertido en cisne. Es blanca, delicada, incluso se originó una guerra por ella, por haberla raptado Teseo cuando aún era demasiado joven. Sin embargo, cuando llegó a la pubertad, todos los más distinguidos aqueos pretendieron su mano y fue escogido Menelao. Si lo deseas, yo conseguiré que se case contigo.
PARIS: ¿Qué dices? ¿Una boda con una mujer que ya está casada?
AFRODITA: Tú eres joven e ignorante, yo sé cómo hay que arreglar estas cosas. Emprenderás un viaje, como si fueras a visitar Grecia, y una vez que llegues a Lacedemonia, Helena te verá. Lo demás es cosa mía, que se enamore de ti que te siga. Ten confianza. Yo tengo dos hijos muy bellos, Hímeros y Eros. Eros se meterá completamente en ella y la obligará a enamorarse, mientras que Hímeros se apoderá de ti te convertirá, como es él, en alguien deseable e irresistible. Yo misma pediré a las Gracias que me acompañen, para que entre todas podamos convencerla.
PARIS: Yo ya me estoy enamorando de Helena, me veo navegando rumbo a Grecia, y me parece encontrarme en Esparta y volver con ella, y ya me está molestando que no esté haciendo todo esto realmente.
AFRODITA: No te enamores, Paris, antes de premiar con tu fallo a tu casamentera y madrina de boda. De ti depende comprarlo todo, amor, belleza y boda, pagando con esta manzana. Prometo que te entregaré a Helena como esposa, que ella te seguirá y llegará contigo a Ilión, y que yo estaré a tu lado y colaboraré contigo en todo.
PARIS: Entonces, con esas condiciones te doy la manzana, y tú acéptala con las mismas.

sábado, 24 de julio de 2010

AFRODITA / VENUS



Civilizaciones anteriores a las de Grecia y Roma, rendían culto a la diosa del amor. Por eso los historiadores creen que Afrodita es una evolución de una diosa oriental, tal vez la Astarté fenicia. Representaba el amor carnal y la belleza o atractivo sexual. Sobre su nacimiento existen dos tradiciones diferentes, una la concibe como hija de Zeus y Dione, y otra como hija de Urano, el dios del Cielo cuyos órganos sexuales fueron cortados por Cronos. La segunda parte de esta historia, explica que los genitales del dios cayeron al mar y la diosa nació de la espuma y el semen del mismo.

Tras su nacimiento, fue llevada por Céfiro (el dios del viento) a Citerea y luego a Chipre, por eso a la diosa se le daba el epíteto de Cipris. Allí fue acogida por las Cuatro Estaciones que al verla exclamaron: "Las nereidas y tritones y los demás habitantes del mar acudieron presurosos a contemplarla, rodeando su concha nacarada que era carro y cuna a la vez. Entonces, el halago del aire puro, susurro del cielo azul, le arrancó un blando suspiro que repitió estremecido el universo. Las olas empezaron a mecerla dulcemente en caricias sin fin, el aire se hizo más leve y toda la naturaleza pareció regocijarse con la presencia de Afrodita”.

La admiración que todos sentían por su belleza le permitió llegar al Olimpo transportada en un magnífico carro, ostentando las maravillosas excelencias que Feme (la Fama) habría proclamado de ella. Sobre este mito, Sandro Boticelli, un magnífico pintor del Renacimiento Italiano, tiene uno de sus cuadros más conocidos en el mundo de la Historia del Arte titulado “El Nacimiento de Venus”.

Sin embargo, se casó con Hefesto, el menos agraciado de todos los dioses. La boda fue un regalo de Zeus al feliz marido por haberle fabricado el rayo con el que venció a los Gigantes. Es obvio que desde el principio no fue más que un matrimonio de conveniencia ya que Afrodita nunca quiso desposarse con un herrero cojo, rudo y feo.

En la mitología se nombran a muchos amantes de esta diosa. El primero fue Ares, dios de la Guerra. Homero cuenta que de madrugada, los dos amantes fueron sorprendidos por el dios Sol, es decir, Apolo, y éste se lo contó todo a Hefesto. El celoso marido preparó una red de bronce y los atrapó con ella. Al día siguiente, descubrió la infidelidad de los dos dioses ante todo el Olimpo. De su amor con Ares nacieron Eros y Anteros, Deimo y Fobo ( el Terror y el Temor) y Harmonía.

En la larga lista de amantes destacaron también Dionisio (dios del vino) y Adonis, mortal célebre por su belleza y que fue transformado en jabalí salvaje por los celos de Ares. En un bosque le dio muerte y de su sangre brotó la anémona (flor roja que como él florece por poco tiempo).
Las Bellas Artes han representado muchas veces a Afrodita acompañada de su hijo Cupido o Eros, dios de la atracción y el deseo amoroso. El niño llevaba alas (precedente de los ángeles cristianos) y los ojos vendados. Además portaba siempre un carcaj de flechas que lanzaba indiscriminadamente sobre los humanos. Sus alas simbolizan una pasión que no siempre es duradera y las vendas de los ojos estaban en relación con las que muchos enamorados llevan para no ver los defectos y faltas de la persona amada.

Afrodita también iba a menudo acompañada de las tres Gracias, magistralmente representadas en el óleo de Rubens “Las Tres Gracias” que podemos contemplar en el Museo del Prado.
Los animales favoritos de la diosa eran las palomas. Un tiro de ellas arrastraba su carro. Y sus plantas eran la rosa y el mirto.

Afrodita es una de las divinidades más representadas en el mundo del arte, sobre todo porque era un buen motivo para encarnar un sensual desnudo que no solía fallar en los más importante encargos.

martes, 20 de julio de 2010

ZEUS / JÚPITER


Zeus, el rey del Universo, era hijo de Cronos y Rea. La antigüedad clásica lo consideraba soberano de todos los dioses y hombres, encarnando el poder de la luz, del cielo y del rayo. Mantenía el orden y la justicia en el mundo y era dispensador de bienes y males.
Este dios arrebató el poder a su padre. Cronos había sido advertido por el oráculo de que uno de sus hijos le destronaría, por tal motivo los iba devorando conforme nacían.
Sin embargo, Rea lo engañó con su sexto hijo, haciéndole devorar una piedra envuenta en pañales. Zeus, además de salvar su vida, creció sano bajo los cuidados de la ninfa Amaltea, (que además de amamantarle, con las gotas de su leche creó la Vía Láctea) y los Curetes, hombrecillos que hacían ruido para que no se escuchasen los llantos del niño, ya que podían alertar a su padre.
Cuando alcanzó la edad adulta, quiso destronar a Cronos por lo que había hecho a sus hermanos. con la colaboración de Metis (la Prudencia) dio un brebaje a Cronos, y éste vomitó a todos sus hijos. Diez años duró la lucha de Zeus y sus hermanos contra Cronos, al que ayudaron los Titanes. Cuando se les venció, fueron expulsados del cielo y encerrados en el Tártaro.
Del Tártaro, Zeus rescató a los cíclopes, esos monstruos de un sólo ojo, que habían sido encerrados allí por Urano. Éstos, en agradecimiento, le regalaron el trueno y el rayo y tras la victoria, los dioses echaron a suertes el poder:
· A Zeus le correspondió el cielo y la preeminencia sobre el Universo.
· A Poseidón el mar.
· A Hades el mundo subterráneo.
En su honor, se celebraban cada cuatro año los Juegos Olímpicos, que tenían lugar en el Santuario de Olimpia. Homero lo califica como “rey de los dioses y de los hombres”, “amontonador de nubes” y “portador de la égida” por eso sus atributos eran el rayo, el águila y el cetro de poder.

En la mayoría de las tradiciones aparece casado con Hera, aunque en el oráculo de Dódona su esposa era Dione, con quien según la Ilíada fue padre de Afrodita. Es conocido por sus numerosas aventuras y amantes, fruto de las cuales fueron muchas deidades y héroes, incluyendo Atenea, Apolo y Artemisa, Hermes, Perséfone, Dioniso, Perseo, Heracles, Helena, Minos y las Musas. Con Hera suele decirse que fue padre de Ares, Hebe, Ilitía, Eris y Hefesto.

Entre los amores de Zeus encontramos uniones divinas, y humanas; en todas ellas derrama el dios su divina simiente, por lo tanto de todas obtuvo descendencia.

Siempre elegante, siente que presentarse ante la amada en todo su esplendor repartiendo rayos y tempestades es una total grosería, por eso no repara en adoptar las formas que más divinas le parecen para acercarse a sus amadas: lluvia de oro, un cisne, un toro blanco, un falso sátiro, un marido ausente o una serpiente, todo es “lo más divino”. Cuando el dios desciende del Olimpo para honrar a una mujer, lo hace sin muestras de su poder, prefiere exponerse a Eros sin armas, Zeus se abandona a sus fuerzas.
Zeus era Luz, Cielo, y Rayo, pero la evolución histórica hizo que los dioses fueran dejando de lado su significado cósmico. Homero lo presenta en la plenitud de su reinado sobre dioses y mortales; simboliza en su soberanía la energía de las tormentas, la lluvia, el rayo, pero al mismo tiempo como supremo soberano de dioses y hombres personifica, el equilibrio y la armonía, el orden y la justicia.

Zeus se casó en tres ocasiones, la primera de ellas fue Metis, hija de Océano. Pero ocurría que la doncella no quería ceder a los requerimientos de su divino cónyuge. Así para escapar del dios, tomo muchas formas distintas. En uno de estos cambios, Metis logra escapar en el momento en que Zeus estaba a punto de honrarla con su simiente. Justo en ese instante, Metis se separa del dios y el esperma divino se derrama en el espacio, donde conforma “la Vía Láctea”.

Finalmente el dios salió airoso, amó a Metis y ésta, tal como debe ser, quedó embarazada… Y aquí comienza a tejerse la trama de la leyenda dorada: Gea, la abuela de Zeus, le advirtió que sí Metis paría una hija mujer, luego engendraría un hijo varón que lo destronaría. Así, al mayor estilo de su padre Cronos, Zeus se tragó a su esposa.

Metis, poseía la capacidad de transformarse en cualquier cosa. También simboliza la prudencia y, en el mal sentido, la perfidia. También la astucia. La capacidad de anticiparse a lo que sucederá, con la sola virtud del pensamiento. Y es sobre todo la dudosa capacidad femenina para elucubrar en la soledad de la mente…

Una versión nos cuenta que ante la advertencia de Gea, Zeus decidió engañar a Metis para tragársela. Conociendo la capacidad de ésta para metamorfosearse, comienzó a desafiarla con un interrogatorio sobre cuantas formas puede tomar:

-¿Puedes convertirte en una gota de agua?- Preguntó el dios.

-Por supuesto – respondió Metis airada

-¡Demuéstralo!- Desafió Zeus

Y en el momento en que su esposa se transformó en una gota de agua Zeus se la tragó. Tener a Metis era incorporar esa astucia que le permite desbaratar de antemano los planes del enemigo y triunfar sobre él.

Metis se encontró entonces en el vientre de su esposo. Zeus aulló de dolor, la cabeza se hinchó como el vientre. Prometeo, o Hefestos según otros, se acercó a ayudarlo y, ante la orden de Zeus, partió su cráneo de un hachazo, del cual salió una muchacha. Había nacido Atenea, hija de Metis y Zeus.

También cuenta la historia que, llegado el momento del parto, Zeus ,con un fuerte grito que sacudió la tierra, encrespó el mar e hizo temblar a las montañas. Nació, pues, una niña armada de la cabeza a los pies, casco, lanza, escudo y coraza, de oro para algunos y de bronce para otros. Atenea la diosa de la inteligencia estaba en el mundo. Desde este momento toda la astucia se concentró en Zeus. Quedó resuelto el orden cósmico al devorar a su esposa, la tan deseada Metis, Zeus la incorpora. Ahora más que nunca es el dios absoluto, un soberano lleno de prudencia.

Nuevamente, Zeus busca esposa y encuentra a Temis, una hija de Urano y Gea, por ende, su tía. Temis personifica la ley. Y con ella tuvo varios hijos, a saber: Las Horas, que tienen una doble faz, como diosas cósmicas y como diosas del orden que presiden el orden social, y las Moiras, (los hados), que son los agentes del destino.

Esta boda de Zeus representa la encarnación del orden eterno. La Ley. Todo lo cual tiene un valor simbólico: Zeus, el dios omnipotente, puede estar sometido a los destinos, a la ley cósmica.

Y en tanto éste orden cósmico se iba consolidando, Zeus tuvo tiempo para amar a Mnemosine, con quien en nueve noches de amor concibió a las nueve musas.

Hasta que finalemente se desposó con su hermana Hera.

POSEIDÓN / NEPTUNO



Poseidón era el dios del mar, de los lagos (no de los ríos, ya que cada uno de ellos
tenía su propio dios) y de los terremotos. Además, tenía poder sobre las olas, podía desatar las peores tempestades y si quería, hacía brotar manantiales con un sólo golpe de tridente. Se le consideraba también dios de los caballos, que tenía incorporados a su séquito marino.
Era, como los demás, hijo de Cronos y Rea pero se dice que fue criado por Céfira, una hija del Océano.

Uno de sus mitos más conocidos fue el del enfrentamiento con la diosa Atenea, al
querer ser los dos protectores de la ciudad de Atenas y querer para sí el culto de ella. Poseidón hizo brotar un mar en la cima de la Acrópolis para ganarse el favor de los atenienses, mientras que Atenea plantó un olivo. Con el fin de poder elegir el mejor obsequio, Zeus nombró a Cécrope y Cránao como jueces, y ambos dieron la victoria a Atenea. La cólera del dios supuso la inundación de la llanura de Eleusis y ésta no se aplacó hasta que se les retiró el voto a las mujeres y se construyó en la Acrópolis el templo de Poseidón Erecteo.

Su atributo más importante era el tridente, arma de los pescadores de atún, e iba
siempre montado en un carro tirado por animales monstruosos mitad caballo y mitad serpiente.
En su séquito también nadaban nereidas y oceánidas, además de tritones, que hacían sonar sus conchas con un sonido que podía propagarse hasta los confines del mundo. Como era el dios de las aguas, su imagen se repite en numerosas fuentes renacentistas y barrocas.
En su honor, se celebraban los Juegos Ístmicos de Corinto. También se le construyó
el famoso templo del Cabo Sunio, que desde una amplia extensión, dominaba las vistas del mar Egeo.
Poseidón era un importante dios municipal de varias ciudades: en Atenas, era el segundo en importancia por detrás solo de Atenea, mientras en Corinto y en muchas ciudades de la Magna Grecia era el dios jefe de la polis.

En su aspecto benigno, Poseidón se concebía creando nuevas islas y ofreciendo mares en calma. Cuando se enfadaba o era ignorado, hendía el suelo con su tridente y provocaba manantiales caóticos, terremotos, hundimientos y naufragios.Poseidon era el dios de los caballos, ya que se convertía en caballo para seducir a las mujeres, la deidad del mar y la de los caballos se unieron para crear un sacrificio nuevo en el cual los marineros oraban a Poseidón para tener un viaje seguro, ahogando caballos como sacrificio.

Su esposa era Anfítrite, una ninfa y antigua diosa del mar, hija de Nereo y Doris. Poseidón fue padre de muchos héroes, entre ellos el afamado Teseo.

Una mujer mortal llamada Tiro estaba casada con Creteo (con quien tenía un hijo, Aesón) pero amaba a Enipeo, un dios-río. Tiro perseguía a Enipeo, que rehuía sus avances. Un día Poseidón, lleno de deseo hacia Tiro, se disfrazó como Enipeo y de su unión con ella nacieron los héroes Pelias y Neleo. Poseidón también tuvo una aventura con Álope, su nieta por Cerción, de la que nació el héroe ático Hipotoonte. Cerción enterró viva a su hija pero Poseidón la convirtió en una fuente cerca de Eleusis.

Poseidón rescató a Amimone de un sátiro lujurioso y entonces tuvo un hijo con ella, Nauplio. Tras violar a Cene, Poseidón le concedió el deseo de convertirse en hombre.

No todos los hijos de Poseidón fueron humanos. En un mito arcaico, Poseidón persiguió una vez a Deméter. Ésta rechazó sus avances, transformándose en una yegua para poder esconderse en un rebaño de caballos, pero Poseidón advirtió el engaño, se convirtió en un semental y la raptó. El hijo de ambos fue un caballo, Arión, que tenía el don de la palabra. Poseidón también violó a Medusa en el suelo de un templo consagrado a Atenea. Medusa fue entonces transformada en un monstruo por ésta. Cuando más tarde fue decapitada por Perseo, Crisaor y Pegaso emergieron de su cuello. Otros descendientes de Poseidón fueron Tritón, el cíclope Polifemo y los Alóadas.

Según Pausanias, Poseidón fue uno de los guardianes del oráculo de Delfos antes de que el olímpico Apolo le sustituyese. Apolo y Poseidón colaboraban estrechamente en muchos ámbitos: en la colonización, por ejemplo, Apolo Délfico daba la autorización para partir y asentarse, mientras Poseidón cuidaba de los colonizadores en su viaje y proporcionaba el agua purificadora para el sacrificio fundacional.

HADES / PLUTÓN



Hades, hijo de Cronos y Rea, era considerado por los griegos como el dios de los
muertos. El señor del mundo subterráneo, de los Infiernos o del Tártaro, donde reinaba en solitario. Raras veces acudía a reunirse con el resto de los dioses en el Olimpo. Lo tachaban como un amo despiadado y cruel, que no permitía a quien entraba en su morada, volver al mundo de los vivos.

Para cumplir su tarea le ayudaban demonios y genios como Caronte, que era el barquero que conducía las almas al Infierno.
Los fallecidos entraban al inframundo cruzando el río Aqueronte, porteados por Caronte, quien cobraba por el pasaje un óbolo, pequeña moneda que ponían bajo la lengua del difunto sus piadosos familiares. Los indigentes y los que no tenían amigos ni familias se reunían para siempre en la orilla cercana. El otro lado del río era vigilado por Cerbero, el perro de tres cabezas derrotado por Heracles (Hércules para los romanos). Más allá de Cerbero, las sombras de los difuntos entraban en la tierra de los muertos para ser juzgadas.

A su lado, la mitad del año estaba, Perséfone, también cruel en el Infierno. Apenas protagonizó más mitos que el del rapto de la hija de Deméter y la lucha contra el héroe Hércules cuando éste quiso entrar en el Infierno.

Aunque era un olímpico, pasaba la mayor parte del tiempo en su oscuro reino. Temido y odiado, Hades personificaba la inexorable finalidad de la muerte: «¿Por qué odiamos a Hades más que a cualquier dios, si no es por ser tan adamantino e inflexible?», se preguntaba retóricamente Agamenón. No era, sin embargo, un dios malvado, pues aunque era severo, cruel y despiadado, era no obstante justo. Hades gobernaba el Inframundo y por ello era con mucha frecuencia asociado con la muerte y temido por los hombres, pero no era la Muerte: la personificación real de ésta era Tánatos.

Cuando los griegos apaciguaban a Hades, golpeaban sus manos con fuerza contra el suelo para asegurarse de que pudiera oírles. Animales negros, como ovejas, le eran sacrificados, y se cree que en algún momento incluso se le ofrecieron sacrificios humanos. La sangre de los sacrificios a Hades goteaba a un pozo para que pudiera llegar a él. La persona que ofrecía el sacrificio tenía que apartar su cara. Cada cien años se celebraban festivales en su honor, llamados los Juegos Seculares.

El arma de Hades era un cetro de dos puntas, que usaba para destrozar todo lo que se cruzase por su camino o no fuera de su agrado, igual que Poseidón hacía con su tridente. Esta enseña de su poder era un bastón con el que conducía las almas de los muertos hasta el mundo inferior.

Sus pertenencias identificativas incluían un famoso casco, que le dieron los Cíclopes y que hacía invisible a cualquiera que lo llevase (de ahí su nombre “el Invisible” que casi nunca se pronunciaba para evitar su cólera). Se sabía que a veces Hades prestaba su casco de la invisibilidad tanto a dioses como a hombres (como a Perseo). Su carro oscuro, tirado por cuatro caballos negros como el carbón, siempre resultaba impresionante y pavoroso. Sus otros atributos ordinarios eran el narciso y el ciprés, la Llave del Hades y Cerbero, el perro de múltiples cabezas. Se sentaba en un trono de ébano.

Como es lógico, no se le solía rendir culto. Ni se construían templos o santuarios en su honor.

HERA / JUNO




Hera fue la hija mayor de Cronos y Rea. Era hermana de Zeus y a la vez su tercera esposa. Considerada mujer legítima de éste, ambos contrajeron nupcias, según la mitología, en el monte Ida en Frigia, y desde entonces en Grecia abundaron las celebraciones para conmemorar la unión de los dos dioses (también hay otras versiones que luego comentaré).

El amor de Zeus y Hera distaba mucho en el tiempo, antes de la boda. Se habían unido en secreto, cuando su padre Cronos aún reinaba. Según Homero, estos dos niños no tardaron en descubrir el amor clandestino, “se unieron en el lecho a espaldas de sus padres”, que dicho sea de paso, también eran hermanos. Zeus hizo el amor con Hera durante 300 años antes de la boda formal. Su lecho oculto era el río Imbraso. Sin fatigarse jamás, el mundo les era ajeno. Zeus aún no lo gobernaba durante esta desaforada infancia amorosa, tal vez fue el único momento de la relación en que Zeus le fue fiel. La boda sagrada se celebró, según algunos, en el“ Jardín de las Hespérides”, el lugar de la eterna primavera. Pero según Homero se celebraron en la cumbre del Ida o bien en la cumbre del Gargaro. Según la costumbre del dios, duraron nueve días con sus noches. La tierra hizo crecer para la ocasión un tapiz de flores espeso y blando que los elevó del piso, un lecho artificial que fue rodeado por una nube dorada para preservar la unión de los ojos ajenos.

Hera preside sobre los correctos preparativos del matrimonio y es el arquetipo de la unión en el lecho nupcial, pero no destaca como madre. Los legítimos descendientes de su unión con Zeus son Ares (dios de la guerra), Hebe (diosa de la juventud), Eris (diosa de la discordia) e Ilitía (diosa de los partos). Hera estaba celosa de que Zeus alumbrase a Atenea sin recurrir a ella (en realidad con Metis), así que engendró a Hefesto sin él. Hera estuvo entonces disgustada con la fealdad de Hefesto y lo expulsó del Olimpo. Según otra versión alternativa, Hera dio a luz sola a todos los hijos normalmente atribuidos a Zeus y a ella juntos, golpeando su mano contra el suelo, un acto solemne para los griegos.

Hefesto se vengó de Hera por haberle rechazado haciendo un trono mágico para ella que, cuando se sentó, no le dejaba levantarse de él. Los demás dioses rogaron a Hefesto que volviese al Olimpo para liberarla pero éste se negó repetidamente. Dioniso le emborrachó y le llevó de vuelta al Olimpo a lomos de una mula. Hefesto liberó a Hera tras recibir a Afrodita por esposa.
Los griegos pensaban que Hera protegía a las mujeres casadas y también al hogar. En Roma además se le veneraba como diosa protectora de la luz y de los partos bajo la denominación de Juno Lucina. (De aquí la derivación del término “alumbrar” o “ dar a luz”).

Su papel en los mitos será, muchas veces, el de una mujer celosa y vengativa ante los continuos romances e hijos ilegítimos de Zeus. Llegó incluso a preparar una conspiración, sin éxito, de todos los dioses contra él, y por este motivo, se le castigó a ser colgada desde el cielo atada con unas pulseras de oro en las muñecas y yunques en los tobillos.
La representaban junto a un pavo real y granadas. Las plumas de esta ave pasaban por ser la imagen de los ojos de Argos y eran a la vez símbolo de fecundidad. Las plantas que le estaban consagradas eran la granada, el lirio.

lunes, 19 de julio de 2010

DÉMETER / CERES




Era la diosa maternal de la tierra, hija de Cronos y Rea. Se le consideraba la divinidad de los cultivos, ya que velaba por las cosechas, especialmente las de cereales, como el trigo (sus mitos se desarrollaban en las regiones donde éste crecía) También protegía con su poder ciertos frutales como el olivo y la higuera, principales cultivos de Grecia.
Acosada por Zeus, se transformó en vaca para intentar huir de él, pero Zeus adoptó la forma de toro y la violó. De ahí nació su única hija Perséfone.

Su triste historia gira entorno al rapto de su hija Perséfone. Ésta se encontraba un día recogiendo narcisos en la isla de Sicilia cuando Hades, el señor de las tinieblas, la vio y se enamoró locamente de ella. Sin pensarlo, hizo que la tierra se abriese donde se encontraba la joven y se la llevó a los Infiernos.

Desde ese momento, Démeter inició una larga búsqueda para recuperar a su hija, pero sin éxito. Cansada, abandonó sus funciones divinas y los campos y cosechas se secaron, se volvieron estériles y llegó el hambre. Ya iremos viendo cómo en muchas situaciones ha de llegar Zeus a poner un poco de orden. El padre de todos los dioses decidió que Perséfone viviese seis meses en la Tierra con su madre y otros seis meses en el Infierno con Hades. No pudo rescatarla del todo porque la joven había comido de una granada, y los que comían en el Infierno estaban condenados a no regresar nunca más al mundo de los vivos.

La mitología narra que durante su búsqueda, Démeter descansó en Eleusis (lugar cercano a Atenas) y allí se levantó en su honor el Santuario de Telesterion. En él tenían lugar, durante el mes de septiembre, ciertos misterios, llamados Misterios Eleusianos, que no podían revelarse bajo pena de muerte y en los que se prometía a los fieles la felicidad de ultratumba. El gran dramaturgo Esquilo, estuvo a punto de ser condenado, al creerse que mostraba parte de las ceremonias en una de sus obras teatrales.
Durante el primer día en Eleusis, los efebos (mancebos adolescentes) recogían los objetos sagrados del templo de Démeter. Después, partían en procesión hasta Atenas para depositarlos en el Eleusino, al pie de la Acrópolis. Al día siguiente, el sacerdote supremo convocaba a los fieles para purificarse en el mar, se sacrificaban cerdos y de nuevo se regresaba a Eleusis.
Los rituales se realizaban de noche. Los fieles se coronaban con mirto, se lavaban las manos, escuchaban los preceptos de Démeter, y, después de comer, en el interior del templo, se representaba el rapto de Perséfone. La figura de la diosa presidía el ritual hábilmente enfocada con una luz misteriosa. El privilegio de ser porta-antorchas en esta celebración, se reservaba a las mejores familias de la ciudad. Al terminar la ceremonia todos los presentes se dedicaban a la música, al baile y al placer.
El trasfondo de este mito es el renacer de la vida tras la muerte, la llegada de la primavera con la liberación de Perséfone y del invierno cuando ésta bajaba a los Infiernos. Los cultos mistéricos se celebraron en secreto hasta el siglo IV d. de C. (Fecha en la que los visigodos destruyeron Eleusis).

HESTIA / VESPA


Era la primogénita de los titanes Crono y Rea, y la primera en ser devorada por su padre al nacer. Tras la guerra contra los Titanes, Hestia fue cortejada por Poseidón y por Apolo, pero juró sobre la cabeza de Zeus que permanecería siempre virgen, a lo que el rey de los dioses correspondió cediéndole los lugares preeminentes de todas las casas y la primera víctima de todos los sacrificios públicos, por evitar con su negativa una primera disputa entre los dioses.

Como diosa del hogar y la familia, Hestia apenas salía del Olimpo, y nunca se inmiscuía en las disputas de los dioses y los hombres, por lo que paradójicamente pocas veces aparece en los relatos mitológicos a pesar de ser una de las principales diosas de la religión griega y, posteriormente, romana. Muestra de esta importancia es el hecho de que Hestia era la primera a quien se le hacían las ofrendas en los banquetes, antes incluso que a Zeus. Se le solían sacrificar terneras de menos de un año, aludiendo a su virginidad.

Ovidio narra una escena en la que Príapo, borracho, había intentado violar a Hestia en una fiesta a la que habían acudido todos los dioses y tras la cual se habían quedado dormidos. El rebuzno del asno de Sileno despertó a la diosa justo cuando su agresor se abalanzaba sobre ella, dándole el tiempo suficiente para huir despavorida originando una situación bastante cómica. Sin embargo, es posible que esta historia sea una deformación latina posterior de una escena protagonizada por la ninfa Lotis.

La escena también cuenta que en lugar de ser Hestia quien escapaba, fue Príapo, ya que al despertar la diosa, le empezó a gritar y él huyó. Este hecho provocó que el asno fuese su animal favorito y en sus festividades, estos animales eran engalanados con guirnaldas.

Cuando Dionisos entra en el Olimpo, Hestia cede su puesto en el consejo de los doce dioses, para así fortalecer su categoría de dios olímpico, mientras ella se dedica por completo al cuidado del fuego sagrado del Olimpo. Según los himnos homéricos, su mansión estaba ubicada en la parte más alta del Olimpo.

Fue una diosa muy importante para el culto romano. Su templo era circular y estaba levantado en el Foro. En él, ardía constantemente el fuego de la ciudad, símbolo de la prosperidad del Estado y que nunca debía apagarse por el bien del mismo.

La vida recluida al servicio de un dios no es algo que parta del cristianismo, ni de los conventos medievales. Éstas, eran jóvenes consagradas al servicio de Vesta en Roma. Tenían una interesante y a veces cruel historia. No era nada fácil para una joven romana llegar a ser una vestal. Debían ser niñas entre seis y diez años y pertenecer a una clase social libre. Además no podían tener ningún defecto físico. Las elegían los reyes y pontífices y al ser aceptadas se les cortaba el cabello y las vestían con una gran túnica blanca y diversos tipos de velos.
En cuanto se emancipaban de la tutela paterna, se sometían al control del Pontífice Máximo que las podía condenar a ser enterradas vivas si incumplían sus deberes (especialmente el del voto de castidad) Como hemos visto, debían cuidar que ardiese el fuego eterno del templo de Vesta porque éste era el símbolo del porvenir del Imperio. Si alguna vez se extinguía recibían grandes palizas y todo el pueblo era preso del pánico. Entonces, los sacerdotes reavivaban nuevamente el fuego usando directamente los rayos del sol.
Las jóvenes debían guardar total celibato. Las adúlteras o los hombres que mantuviesen una relación con ellas eran castigados con la pena de muerte. Además, no era una muerte dulce porque realizaban espantosas ceremonias recordando a las divinidades más malignas, y eran después condenadas a bajar a su propia tumba. Allí se les encerraba hasta su muerte con una lamparilla y un poco de aceite, pan, agua y leche.
En contraposición, las que cumplían con su deber, eran colmadas de honores. Todos los magistrados y gentes de menor posición social debían cederles el paso. Su palabra era digna de crédito por sí sola en los juicios, y si se encontraba por la calle a un reo, sólo con afirmar que el encuentro era fortuito, éste quedaba en libertad. Además les eran confiados todos los secretos de Estado y se les reservaban los mejores sitios en el circo. Junto a esto, cualquier gasto que hiciesen era responsabilidad del Estado de por vida.
Generalmente tras pasar treinta años dedicadas a honrar a la diosa, podían abandonar sus funciones y casarse pero tenían perdida su juventud y la mayoría asumían las funciones de cuidado de las novicias.

REA / CIBELES



Rea, una Titánida, era la hermana y esposa de Cronos. Diosa que nació de la relación que mantenían Gea y Urano, es decir, los dioses de la Tierra y el Cielo, respectivamente. Cuando tuvo edad, Rea se casó con su hermano Cronos, aunque no podría decirse que felizmente ya que, desde que nació su primer hijo, el poderoso dios decide devorar a todos sus descendientes para evitar un Oráculo que le anunciaba que uno de ellos le arrebataría su poder. Rea y Cronos tuvieron a Zeus, Poseidón, Hades, Hera, Deméter y Hestia. Sólo Zeus se salvó de morir nada más nacer a manos de su padre, gracias a la astucia de su madre. Ésta entregó una piedra envuelta en pañales al cruel Cronos que, sin miramiento alguno, la engulló en un abrir y cerrar de ojos.

Mientras, el niño fue puesto en manos de las ninfas que moraban en los montes de Creta, quienes lo ocultaron en una escondida gruta. Allí, lo cuidaron y amamantaron con leche de una famosa cabra de nombre Amaltea y lo protegieron hasta la edad adulta. Para que el llanto del pequeño no fuera nunca oído por el temible Cronos, los fieles sacerdotes de Rea, llamados "coribantes", tenían encomendada la delicada misión de hacer sonar cascabeles, tambores y címbalos, con cierta regularidad y, al propio tiempo, entrechocar sus escudos de metal. Hacían tal ruido que evitaban que se oyeran los potentes lloros de un niño tan especial como Zeus.

En cuanto el bebé creció se dispuso a salvar a sus hermanos para, a continuación, enfrentarse a su padre. Abandonó las montañas en donde había sido, hasta entonces, feliz; y fue a pedir ayuda a Metis, porque era célebre por su astucia y sabiduría. Curiosamente, cabe decir que ella será más adelante la primera esposa de Zeus. El caso es que, por el momento, lo que consigue el joven es que Metis le dé una pócima para el temible Cronos. Este titán, nada más ingerirla, fue presa de compulsivos vómitos y, así, pronto expulsó de su abultado vientre a todos los hijos que había engullido, entre los que también se encontraba la piedra que usó Rea para salvar a Zeus.
Hesíodo lo explica en su obra "Teogonía", de la siguiente manera: "Entre tanto, el joven dios se criaba rápidamente; su fuerza crecía al mismo tiempo que su valor. Cuando fue preciso, sorprendido por la astucia de Metis, vencido por el brazo y poder de su hijo, el taimado Cronos volvió a la luz a los hijos salidos de su sangre que había tragado y, ante todo, la piedra engullida tras ellos, Zeus la fijó en la tierra, en la divina Pito, al pie del Parnaso, para que fuese un día, ante los ojos de los mortales, el monumento que proclamase sus maravillas".

Cuando ya los hermanos se hallaron a salvo, Zeus les propuso luchar contra su propio padre, al que vencerían al cabo de diez años de cruentos combates. Con esta lucha entre padres e hijos, se ponía fin a la denominada "Edad de Oro" y comenzaba el reinado del dios de los dioses, es decir, de Zeus.

Una de las historias más interesantes de esta diosa (ajena al mundo del deporte) es narrada en la mitología clásica. Hablamos de su relación con Atis, un pastor frigio por el que Rea tenía especial benevolencia. Tanto confiaba la diosa en el joven que le encargó el control de su culto bajo la promesa de que jamás se casaría. Pero el caprichoso destino hizo que Atis se casase con la joven Sangaride.
Nada podía ser peor para un mortal que el hecho de desobedecer a una diosa. Rea, enfurecida, le castigó con la muerte de su amada y además aplicó sobre él un conjuro que le obligaba a moverse sin parar y autolesionarse con frenesí.
Pero una vez, mientras se movía, el pastor estuvo a punto de clavarse la espada que llevaba. Este hecho conmovió finalmente a Rea, quien lo convirtió en un pino. Desde ese momento este tipo de árbol le fue consagrado y permanece muy quieto. En honor a la diosa y también al pastor tenían lugar en Grecia importantes cultos y celebraciones.

domingo, 18 de julio de 2010

Cronos/Saturno



Cronos, hijo de Urano y Gea ,era uno de los Titanes. Él fue el único que consiguió mutilar y destruir a su padre, ya que el resto de sus hermanos, tras una primera intentona, fueron enviados a las oscuras regiones del Tártaro.
Quiso desposarse con una Titánida, y la elegida resultó ser su hermana Rea. De su unión nacieron las seis divinidades que estudiaremos a continuación: Hestia, Démeter, Hera, Hades, Poseidón y Zeus.
Tras derrotar a su padre y obtener el poder, a Cronos comenzó a inquietarle que en el futuro le sucediese lo mismo, es decir, que uno de sus hijos le arrebatase la soberanía recién alcanzada. Sólo se le ocurrió la idea de ir devorando conforme nacían a todos ellos. Sin embargo, uno, el último, fue salvado por su madre Rea. Ésta lo escondió nada más nacer en la isla de Creta, y mientras, entregó a su caníbal marido una piedra envuelta en pañales que Cronos no dudó en tragarse.
El niño, llamado Zeus, creció con salud y vigor. Pronto conoció sus orígenes y se propuso arrebatarle el trono a su padre. Ayudado por un brebaje mágico, hizo que Cronos vomitase a todos sus hijos aún vivos. Juntos se rebelaron en una batalla conocida como la Titanomaquia. En ella, los Titanes ayudaron a su hermano Cronos, mientras los Gigantes y los Cíclopes se pusieron de parte de Zeus y sus hermanos. Al resultar vencidos, los Titanes y Cronos fueron expulsados del Olimpo y a Atlas se le reservó el castigo de sostener para siempre la bóveda celeste sobre sus espaldas. De este mito proviene su nombre en las ciencias geográficas.
Todas estas historias fantásticas de la mitología siempre tienen como trasfondo un significado más profundo. En este caso asistimos a la alegoría del poder devorador del tiempo, identificado desde este momento con Cronos. Por eso uno de los atributos que siempre le acompañan en las diferentes manifestaciones artísticas es el reloj de arena.

Todo empezó a partir del caos...

Los griegos pensaban que en un principio sólo existía el Caos, y que éste era el espacio abierto, la extensión ilimitada, el abismo sin fondo. Hasta que un día, de él, surgió una primera realidad sólida, la Tierra (Tellus), llamada Gaia o Gea, que estaba formada por roca firme y segura.
Poco después surgió Erebo o las Tinieblas, y éstas se dispusieron bajo Gea en una amplia zona subterránea. Y también apareció Nix, desde entonces la Noche.
Gea fue personificada, y, puesto que no podía engendrar con la oscuridad del Caos, una noche mientras dormía, de su seno apareció Urano, el cielo, de igual extensión a ella y con quien podría tener numerosos hijos. Así, Eros que rondaba el Caos, y era principio espiritual del amor, actuó como la fuerza de atracción entre el cielo y la tierra. Es decir, unió a Urano y a Gea.
De esta unión nacieron los Hecatonquiros (gigantes de cien brazos y cincuenta cabezas), los Cíclopes (monstruos de un solo ojo) y seis Titanes y seis Titánidas. Los cíclopes en un ataque de locura intentaron revelarse contra su padre Urano. Por su osadía fueron arrojados al Tártaro, un lugar tenebroso situado en las entrañas de la Tierra.
Desde ese momento Cronos temió la rebelión de alguno de sus hijos y así conforme nacían los iba encerrando en el vientre de su madre, Gea. Pero ésta, un día ya cansada y ayudada por uno de sus hijos, Cronos, consiguió derribarle del poder cortándole los genitales con ayuda de una hoz. Este mito será el símbolo de la separación traumática del cielo y la tierra.

sábado, 17 de julio de 2010

¿Qué son los mitos?

Los mitos son un conjunto de leyendas y relatos, inventados por una civilización para intentar dar una explicación a fenómenos naturales que escapaban a su razón. Éstos hacían referencia al origen de la tierra, la creación del cielo, el desencadenamiento de las tormentas o la misma muerte. Los griegos y romanos de la Antigüedad, dudaban, como en la actualidad, ante una vida que no elegían y una muerte que les amedrentaba. Ante los deseos que les dominaban o frente a una naturaleza cuyos fenómenos les asombraban o aniquilaban. Sin saberlo, a través de estos relatos inventados comenzaban a abrir camino a otras ciencias como la filosofía.

La mitología es la ciencia que se dedica a la recopilación y estudio de estos mitos. De hecho si nos fijamos en el significado de esta palabra de origen griego, vemos que “muthos” quiere decir fábula y “logos”, tratado.

Estos relatos están protagonizados por dioses, diosas, héroes, ninfas o titanes. Es decir, un conjunto de personajes singulares a quienes las ciudades antiguas temían, respetaban y generalmente elevaban culto. En un principio las hazañas de éstos seres se transmitían por tradición oral y siempre eran contadas con tintes dramáticos y ejemplares.

Los mitos siguen vigentes hoy en día. Sobre todo continúan de manifiesto en las artes porque abordan los mismos problemas existenciales, morales y sociales que siguen afligiendo a la humanidad.

lunes, 12 de julio de 2010

Nuevoooooooooooooooo inicio!

Pues si, he decidido dar un giro a este blog y comenzar de nuevo, lo voy a dedicar al curso que estoy a punto de comenzar sobre Mitología Clásica.

En la universidad ya disfruté de una asignatura, a la que acudía sin falta, a horas intespestivas y que provocaba que no pudiera coger un tren de regreso a casa, pero valía la pena. Eso si, tenía un profesor que era un desastre y eso provocaba que, aparentemente, sólo yo disfrutaba de aquella signatura.

Pues bien, volveré a mis orígenes, recordaré cuando siendo pequeña, tras el visionado de alguna película mitológica, siempre corría a buscar la enciclopedia para buscarlo y saber algo más de su historia.

En fin, que estoy ilusionada y con ganas de comenzar!!!!