domingo, 29 de agosto de 2010

LOS GENIOS



Los genios, para los romanos Genii, eran pequeños dioses que acompañaban a los seres humanos a lo largo de la vida. Se pensaba incluso, que de alguna manera regían el comportamiento de las personas y tenían influencias en su destino y su forma de ser. Así, cada mortal tenía un genio distinto.

La misión fundamental del genio, era alargar todo el tiempo posible la vida de la persona a la que estaba ligado, ya que de esta forma, también garantizaba el sostenimiento de su propia vida.

Los hombres podían tener dos genios: uno bueno, que le inclinaba al bien y uno malo, que le inclinaba al mal. Esto nos recuerda a las representaciones del ángel y el demonio que en la actualidad se muestran, para indicarle a una persona si debe tomar el camino correcto o el equivocado y a las que estamos tan acostumbrados.

Los Genios eran adorados como divinidades protectoras y se les debía rendir culto en el aniversario del nacimiento de la persona a la que estuviera ligado. Para ello, se les ofrecían flores, incienso, frutas y sacrificios, aunque nunca se podían realizar sacrificios sangrientos sobre su altar. Los griegos pensaban que podían dotar de capacidades intelectuales especiales a las personas más devotas.

El genio bueno se representaba como un joven alado, con una corona de flores y el cuerno de la abundancia. El malo era un anciano de larga barba y corto pelo que iba acompañado de un búho, símbolo de mal agüero. La forma de serpiente, era a menudo adoptada para representar a los Genios que habitaban en los diferentes poblados. A los femeninos se les llamaba Junos. En Roma, durante Imperio, el genio del Emperador era una potencia terrible, ya que poseía sobre los demás genios un poder superior.

Poco a poco, fueron identificándose con los Manes (dioses benévolos identificados con las almas de los difuntos) y llegaron a considerarse como elementos inmortales en las personas. Los dioses también tenían sus propios genios.

Nos es difícil adivinar, la cantidad de influencias que han ejercido estas creaciones grecorromanas en el mundo actual. Desde la característica representación del “ángel de la guarda” cristiano, hasta las representaciones de las brujas acompañadas de un búho, o los gnomos y belfos de bosques y poblados.

martes, 24 de agosto de 2010

LA TRIBU DE LAS AMAZONAS





Las Amazonas, son el último grupo importante de personificaciones femeninas de las que hablaré por el momento.

Eran un pueblo de mujeres guerreras, descendientes de Ares, El dios de la Guerra, y la ninfa Harmonía, que habitaban según la leyenda en las laderas del Cáucaso. Las gobernaban dos reinas, una se encargaba de la defensa y la otra de la política, ambas eran elegidas periódicamente. En esta sociedad matriarcal (el mando estaba en las mujeres) jamás intervenían los hombres.

Ignoraban los trabajos femeninos. Por el contrario, estaban dedicadas en cuerpo y alma a los trabajos más masculinos. Por aquel entonces eran, la guerra, la agricultura, la cría de animales y la caza. En Homero reciben el epíteto de “antianeirai” lo que podía significar dos cosas: o bien, que estaban a la altura de los hombres, o que eran sus adversarias. Éstos, sólo eran aceptados en la tribu como siervos.

Luchaban para defenderse y también para conquistar territorios, peleando a pie y, sobre todo, a caballo. Según la mitología, ellas fueron las primeras en montar a estos animales y también en usar el hierro. De hecho, muchas de ellas, comenzaban su nombre con la palabra hipo (caballo).
Cabalgaban extraordinariamente bien y se decía, que podían incluso bailar encima de los mismos.

Una vez al año, se unían a hombres para perpetuar la raza. Si al alumbrar a sus hijos, éstos eran varones, normalmente actuaban:

· Mutilándolos, dejándoles ciegos o cojos.

· Devolviéndolos a sus padres.

· Sacrificándolos.

Tan sólo vivían las mujeres. En la pubertad se les cortaba un pecho para que manejasen sin dificultad el arco o la lanza, indispensables para la guerra. El nombre de Amazona significaba “las que no tienen seno”.

Por estar en contra de la encarnación perfecta del mundo griego, en el que el papel de la mujer quedaba siempre eclipsado por el del hombre, las Amazonas se convirtieron en mujeres contra las que había que luchar. De hecho, así lo hicieron casi todos los héroes; Belerofonte, Heracles, Teseo y Aquiles. Resultando siempre vencedores los varones. Sus atuendos, consistían en cortas túnicas abiertas en un lado, por el que exhibían sus atléticas figuras. Llevaban también capas de piel de pantera y armaduras.Creían en la energía mística y sobrenatural y rendían culto a la diosa Artemisa, cazadora y guerrera como ellas.

Existen descubrimientos arqueológicos en Kazajstán y en el sur de Ucrania, que pueden probar la existencia de tribus de mujeres guerreras en la Antiguedad. Se han hallado enterramientos de mujeres acompañadas de armas, lo que hace suponer que participaron en batallas. Tienen los huesos curvados en las piernas, lo que indica que seguramente pasaron la vida montando a caballo. Puntas de flecha junto a los cuerpos desvelan que es muy probable que muriesen luchando.

La conclusión, parece ser, que efectivamente existieron mujeres guerreras en las culturas antiguas. De lo que no hay pruebas, es de que éstas fuesen exactamente la tribu de las Amazonas de las que nos habla la mitología.

En la mitología griega, Hipólita (en griego antiguo Ιππολύτης) es la reina amazona, dueña de un cinturón mágico que le había regalado su padre, Ares, el dios de la guerra.

El noveno trabajo de Heracles fue obtener el cinturón, a petición de Admete, la hija de Euristeo. En una versión de la historia, Hipólita se enamoraba de Heracles y le daba el cinturón voluntariamente. De acuerdo con otra Heracles obtenía el cinturón secuestrando a la hermana de Hipólita, Melanipa, y exigiendo el cinturón como rescate, y liberándola tras conseguirlo.

Después de que Heracles obtuviese el cinturón, Teseo, uno de los compañeros de Heracles, secuestra a Antíope, otra hermana de Hipólita. Las amazonas atacan entonces (porque Hera, la enemiga de Heracles, había difundido el malintencionado rumor de que Heracles estaba allí para atacarlas o secuestrar a Hipólita), pero Teseo y Heracles escapan con el cinturón y con Antíope.

Según otra versión, Heracles mata a Hipólita en su huida. Para rescatar a Antíope, las amazonas atacan Atenas pero fracasan, muriendo en algunas versiones Antíope durante el ataque.

En muchas versiones Teseo se casa con Antíope o con Hipólita, teniendo un hijo llamado Hipólito. Teseo terminaría casándose con Fedra, bien tras haber abandonado a su anterior esposa, o tras la muerte de ésta en el parto. En la versión en la que Teseo está casado con Hipólita y la abandona, ésta intenta vengarse llevando a las amazonas a la boda de Teseo y Fedra con la intención de matar a todos, aunque fracasa al ser asesinada, según las versiones, por los hombres de Teseo o por Pentesilea, otra amazona.

viernes, 20 de agosto de 2010

LAS PARCAS / LAS MOIRAS





Después de estudiar la belleza y el esplendor de las nueves musas, las tres gracias y las seis ninfas, el apartado quedaría incompleto si no mencionara a tres damas mucho menos amables.

Me refiero a las Moiras o Parcas, hijas de Nix (encarnación de la Noche) y llamadas Cloto, Laquesis y Atropos.

Éstas, vivían todo el año en el Hades, el mundo de las Sombras, el Infierno y se encargaban de determinar la duración de la vida de cada hombre y el destino que esperaba tanto a los mortales, como a los dioses. Se suponía que las Moiras se aparecían tres noches después del nacimiento de un niño para determinar el curso de su vida. Al principio, asignaban una parte de bien y otra de mal a cada persona, que ésta parte creciese o no, dependía de la actuación en la vida de cada uno.

De hecho, cada humano tenía su moira, es decir, “su parte”. (La palabra moira, proviene del griego “merós”, que quería decir, la parte que le tocaba a cada uno).
Sus órdenes eran inflexibles en el Universo, ni siquiera podían ser modificadas por los dioses.
incluso los dioses temían a las Moiras. Zeus también estaba sujeto a su poder, admitió una vez la sacerdotisa pitia de Delfos

Así pues, en obras como “La Ilíada” o “La Odisea”, vemos como las Moiras, son capaces de impedir que un dios intervenga en una batalla para ayudar a un mortal, si es su destino que muera.

Cloto, la más joven portaba siempre telas e hilos, e hilaba. El oro, la seda y la lana blanca tejían la felicidad, mientras que el cáñamo y la lana negra, tejían la desgracia.

Laquesis enrollaba los hilos de Cloto.

Y Atropos, la más anciana, cortaba con sus tijeras estos hilos, finalizando así la vida de una persona. Esto ocurría cuando ella quería y de improviso.

El mundo del arte no sólo las representaba como ancianas, también era posible verlas como doncellas melancólicas, tejiendo bajo una luz tenue. De este mito deriva la conocida expresión de “el hilo de la vida” , ese soporte frágil que pude romperse en cualquier momento y para el que hay que estar preparados.

Moira, era su denominación en Grecia, en Roma, se llamaban, Parcas. Las últimas también presidían el nacimiento, el matrimonio y la muerte de las personas. Se encontraban esculpidas en el Foro romano y se conocían vulgarmente como “Tria Fata” “Fatum”, que quiere decir, “lo dicho”, lo predicho con anterioridad. De aquí, derivaron términos como fatal y fatalidad, ahora ya podemos entender por qué.

Versiones de las Moiras también existieron en los niveles mitológicos europeos más antiguos. Es difícil separarlas de otras diosas hilanderas del destino indoeuropeas, conocidas como Nornas en la mitología nórdicas, y la diosa báltica Laima y sus dos hermanas. Algunos mitógrafos griegos fueron tan lejos como para afirmar que las Moiras eran las hijas de Zeus, junto con bien Ananké (Necesidad) o, como Hesíodo señala en un pasaje, Temis (la Justicia) o Nix (la Noche). Si darles un padre o no a las Moiras era un síntoma de hasta dónde estaban dispuestos a llegar los mitógrafos griegos, para modificar los antiguos mitos de forma que encajen con el orden patrilineal olímpico, la afirmación no era ciertamente aceptable para Esquilo, Heródoto o Platón.

A pesar de su reputación, las Moiras podían ser adoradas como diosas. Las novias atenienses les ofrecían mechones de pelo y las mujeres juraban por ellas. Pudieron haber tenido su origen como diosas de los nacimientos, adquiriendo solo más tarde su reputación como agentes del destino.

jueves, 19 de agosto de 2010

LAS NINFAS. POSEEDORAS DE LA NATURALEZA.





Las ninfas eran divinidades secundarias, hijas, como las Musas o las Gracias, de Zeus. Poblaban las campiñas y los bosques y encarnaban el espíritu de la Naturaleza. Unas veces, formaban el cortejo de una diosa importante, como en el caso de Artemisa. Y otras, eran compañeras de las musas en sus correrías por los bosques. Vivían en el interior de grutas y su labor era hilar mientras entonaban bellos cantos. En la actualidad, las ninfas, son la evolución de las hadas y belfos que pueblan los bosques, cuyas historias están recogidas en las narraciones literarias más fantásticas.

Las diferentes ninfas y la representación de sus espíritus:

Las Melíades, "Ninfas de los Fresnos": En la mitología griega, las Melias o Melíades eran las ninfas de los fresnos. Fueron engendradas por Gea al ser fertilizada por los genitales de Urano arrojados por Crono. La más importante de las Melias es Melia.

Las Náyades "Ninfas de las Fuentes": En su calidad de ninfas, las náyades son seres femeninos, dotados de gran longevidad pero mortales. La esencia de una náyade estaba vinculada a su masa de agua, de forma que si ésta se secaba, ella moría. Todas las fuentes y manantiales célebres tienen su náyade o su grupo de náyades, normalmente consideradas hermanas, y su leyenda propia. Eran a menudo el objeto de cultos locales arcaicos, adoradas como esenciales para la fertilidad y la vida humana. Los jóvenes que alcanzaban la mayoría de edad dedicaban sus mechones infantiles a la náyade del manantial local. Con frecuencia se atribuía a las náyades virtudes curativas: los enfermos bebían el agua al que estaban asociadas o bien, más raramente, se bañaban en ellas. Era éste el caso de Lerna, donde también se ahogaba ritualmente a animales. Los oráculos podían localizarse junto a antiguas fuentes.


Las Nereidas "Ninfas del Mar": Se las consideraba las ninfas del mar, puesto que vivían en las profundidades del océano; no obstante emergían a la superficie para ayudar a marineros que surcaban los procelosos mares, siendo los argonautas los más famosos entre los que socorrieron mientras viajaban en búsqueda del vellocino de oro. Se aparecen a los hombres del mar montadas en delfines y otros animales marinos. Los griegos las adoraban en altares en las orillas de mares y acantilados, donde se les ofrendaba leche, aceite y miel. Representaban todo aquello que hubiese de hermoso y amable en el mar. Cantaban con voz melodiosa y bailaban alrededor de su padre. Se las representa coronadas por ramas de coral y portando el tridente de Poseidón, de cuyo séquito formaban parte.
Las más importantes eran Tetis (mujer de Peleo y madre de Aquiles), Galatea (amante de Acis y que enamoró al cíclope Polifemo) y Anfítrite (mujer del fabuloso Poseidón).

Las Oréades "Ninfas de la Montaña": Según la mitología griega, las Oréades son las ninfas que custodian y protegen las grutas y las montañas. Una de las oréades más famosas fue Eco que, privada por la diosa Hera, de la facultad de hablar, sólo podía repetir las últimas palabras de lo que se le decía.

Las Alseides "Ninfas de las flores": En la mitología griega se le llama alseides a las ninfas que habitan las flores. Habitando las cañadas y arboledas acostumbraban a asustar a los viajeros que pasaban por sus dominios, todas ellas sienten una profunda fascinación por las plantas y cada una se entrelaza a una eligiéndola como emblema propio. Aunque son ninfas muy florales, y adoran a las plantas también pueden mostrarse entrelazadas a las fuentes otorgando inspiración vinculada a la naturaleza.
Este tipo de ninfas suelen verse identificadas con la imagen típica de las hadas, aunque las alseides muestran una actitud vengativa cuando sus espacios naturales son profanados por humanos. Es muy fácil relacionarlas a las dríades, ya que son ninfas de los bosques y están unidas a los árboles, por su parte las alseides se unen a las plantas, arbustos y flores, no como hogar sino como símbolo.
Según la leyenda Alseide, hija adoptiva de Démeter era la más hermosa de las ninfas, protegió a un Bosque cubierto de amapolas de la furia y los rayos de Zeus. Luego, un arrepentido dios olímpico, al ver su valor y deseo de custodiar las flores premió a la ninfa, dándole este Bosque por siempre.


Las Hamadríades "Ninfas de los Árboles": son las ninfas de los árboles. Son parecidas a las dríades, salvo porque están relacionadas con un único árbol y mueren si éste se corta. Por esta razón, las dríades y los dioses castigaban a los mortales que dañaban a los árboles.

Casi todas ellas, tuvieron gran relevancia en la historia de la mitología y protagonizaron muchas leyendas. Por lo tanto, no es difícil verlas representadas como las esposas de algún dios secundario o héroe. Les gustaba intervenir en la mayoría de los mitos de carácter amoroso, siendo sus amantes los espíritus masculinos de la naturaleza, como por ejemplo los Sátiros. Aunque también algunas de ellas estuvieron unidas a dioses principales como Zeus, Apolo, Dionisio o Ares. Si se unían a algún mortal, solían disfrutar de ellos después de haberlos raptado.

martes, 17 de agosto de 2010

LAS TRES GRACIAS. POSEEDORAS DE LA BELLEZA.





Eran las diosas del encanto, la belleza, la naturaleza, la creatividad humana y la fertilidad. Habitualmente se consideran tres, de la menor a la mayor: Aglaya (‘Belleza’), Eufrósine (‘Júbilo’) y Talía (‘Festividades’).

Las Cárites solían ser consideradas hijas de Zeus y Eurínome, aunque también se decía que eran hijas de Hera, de Dioniso, o de Helios y la náyade Egle. Homero escribió que formaban parte del séquito de Afrodita. Las Cárites también estaban asociadas con el inframundo y los misterios eleusinos.

En la sociedad grecorromana representaban la belleza, el hechizo y la alegría. Las tres hermanas, habitaban en el Olimpo en compañía de Afrodita, Eros y las Musas, con las cuales formaban coros y estaban muy relacionadas.

Como integrantes del cortejo de Apolo, se representaban desnudas mientras se cogían por los hombros. Dos de ellas, miraban en una dirección y la del medio, en dirección opuesta.
Solían llevar el pelo mal recogido porque siempre estaban danzando. Es, en la actitud de darse las manos y comenzar a bailar, como más las ha representado el mundo del arte.

Áglae, "La brillante"
Eufrosine " La que alegra el corazón"
Talía "La que hace florecer"

En los primeros años de la civilización griega se vestían con una fina túnica, pero después siempre se mostraban desnudas. En ocasiones, las acompañaban los sátiros más horribles, como enseñanza de que no se ha de juzgar a las personas por su apariencia física y que los defectos del rostro podían ser corregidos con un buen espíritu.
Todos sabemos que esta historia ha dado pie a muchas páginas de la literatura.

En la mitologia romana y latina las Cárites fuerón identificadas bajo el nombre de Gracias bajo los nombres de Castitas, Pulchritude y Voluptas es decir la la vírgen, la esposa y la amante. De este modo, nos encontramos con dos lecturas opuestas: una tríada compuesta por tres aspectos de un mismo atributo, en el caso griego, y una tríada latina donde están representados tres arquetipos diferentes de mujer.

Las Gracias presidían los banquetes, las danzas y todas las actividades y celebraciones placenteras. Además, regalaban a dioses y mortales la alegría, la elocuencia, la sabiduría y la genialidad necesaria para ser un excepcional artista. Sin ellas, la vida estaría llena de tristeza.

lunes, 16 de agosto de 2010

LAS NUEVE MUSAS


Hesíodo, poeta griego del SVII a.c. escribió:

“Nueve noches se unió con ella el prudente Zeus subiendo a su lecho sagrado, lejos de los inmortales. Y cuando ya era el momento y dieron vuelta las estaciones, con el paso de los meses, se cumplieron muchos días, nueve jóvenes de iguales pensamientos interesadas sólo por el canto y con un corazón exento de dolores en su pecho dio a luz aquella, cerca de la más alta cumbre del nevado olimpo.”

Las nueve musas eran hijas de Zeus y Mnemosine. Estaban relacionadas con las montañas, los ríos y las fuentes. Pero lo más importante es que en Grecia y Roma las consideraban protectoras de las artes, las letras y las ciencias.

Homero, fue uno de los primeros autores en narrar cada uno de los dones que poseían:

· Clío “la que ofrece gloria”, presidía la Historia, poniendo de relieve las grandes hazañas del mundo. Se solía representar con un rollo de escritura entre las manos.

· Melpómene “la melodiosa”, inspiraba la Tragedia, e iba vestida como una sobria actriz dramática. Con una maza, indicaba que la Tragedia era un arte difícil, que exigía un genio privilegiado y una imaginación vigorosa.

· Talía “la festiva”, iba caracterizada de forma opuesta a su hermana Melpómene, pues era la musa de la Comedia. Era representada como una joven risueña, llevando la máscara cómica. Una corona de hiedra y un cayado de pastor entre las manos formaban el resto de sus adornos.

· Euturpe “la muy placentera”, siempre llevaba una flauta, porque era la musa de la Música.

· Terpsícore “la que deleita en la danza”, era la diosa de este arte.

· Erato “la amable”, inspiraba la Poesía Lírica y Amorosa. Por lo que iba acompañada muchas veces de Eros, el dios del Amor. Solía llevar un laúd o una lira junto a una corona de rosas y mirtos.

· Polimnia “la de muchos himnos”, casi siempre era representada en actitud pensativa. Defendía la Poesía Sagrada.

· Urania “ la celestial”, era la musa de la Astronomía. Iba acompañada de un globo terráqueo y de un compás para medirlo.

· Por último, Calíope “ la de bella voz”, defendía la Poesía Heroica, por lo que era considerada la inspiradora más directa de obras como “La Odisea”, “La Ilíada” o “La Eneida”.

Todas eran inspiradoras de las distintas artes y podían narran historias en pasado, presente y también en futuro, pues poseían facultades adivinatorias. Los poetas clásicos comenzaban sus obras evocándolas, es decir, llamando a su inspiración, para recibir de ellas elocuencia en sus palabras.

Así pues, patrocinaban todas las actividades intelectuales; persuasión, sabiduría, conocimiento del pasado y de las leyes del mundo, matemáticas, astronomía, poesía, música y danza. También eran capaces de inspirar a los reyes para apaciguarlos en las luchas y que reinase la paz entre los mortales.

Las nueve musas son una de las creaciones más admirables por parte de la imaginación griega para representar a través de ellas, los poderes creadores de la mente.

Casi siempre amenizaban con sus coros e himnos la vida de los dioses del Olimpo. A partir del siglo IV a. de C, se le asigna a cada una, una función y un emblema característico. Lo que permitió su identificación en las diferentes Artes Plásticas.

Normalmente aparecen en el arte representadas como bellas jóvenes sentadas en círculo bajo palmeras o laureles. En su honor, se hacían ofrendas de leche, miel y agua.

sábado, 14 de agosto de 2010

HERMES / MERCURIO



Hermes es el dios olímpico mensajero, de las fronteras y los viajeros que las cruzan, de los pastores y las vacadas, de los oradores y el ingenio, de los literatos y poetas, del atletismo, de los pesos y medidas, de los inventos y el comercio en general, de la astucia de los ladrones y los mentirosos.

Hijo de Zeus y Maya, la más joven de las Pléyades, hija de Atlas, nació en la cima de una montaña en Arcadia, país de rebaños. El mismo día de su nacimiento escapó de la gruta del Cileno y llegó hasta Tesalia, donde su hermano Apolo pastoreaba un rebaño de ovejas. Apolo estaba distraído tras el amor de Himeneo y así fue como Hermes le robó parte del ganado. Cuando volvía a su gruta, encontró una tortuga y con su concha y unas cuerdas fabricadas con los intestinos del ganado, construyó la primera lira.

Para no ser descubierto por los rastros de sus pasos, Hermes se puso unas sandalias y condujo los bueyes a Pilos, donde mató dos y encerró el resto en una cueva. Las pieles de los animales muertos fueron clavadas a una roca, y parte de su carne fue cocinada y consumida, y el resto quemada; al mismo tiempo ofreció sacrificios a los dioses olímpicos, por lo que probablemente fuera llamado el inventor de la adoración divina y los sacrificios.
Tras esto volvió inmediatamente a Cilene, donde encontró una tortuga a la puerta de su cueva natal. Hermes tomó el caparazón del animal, tensó cuerdas a su través e inventó así la lira y el plectro. Algunos dicen que el número de cuerdas de su nueva invención fue tres y otros dicen que siete, y estaban hechas de tripa de buey u oveja.
Apolo, gracias a su poder profético, había descubierto mientras tanto el robo, y fue a Cilene a acusarle de él delante de su madre Maya.
Ésta mostró al dios el niño en su cuna, pero Apolo llevó al niño ante Zeus y exigió la devolución de sus bueyes. Zeus le ordenó que cumpliese con las demandas de Apolo, pero Hermes negó haber robado el ganado. Sin embargo, como vio que sus afirmaciones no eran creídas, condujo a Apolo hasta Pilos y le devolvió sus bueyes, pero cuando Apolo oyó los sonidos de la lira quedó tan encantado que permitió a Hermes quedarse los animales.
Hermes inventó entonces la siringa y tras haber revelado a Apolo sus invenciones, los dos dioses entablaron una estrecha amistad. Apolo obsequió a su joven amigo con su propia vara dorada de pastor, enseñándole el arte de profetizar por medio de los dados, y Zeus le hizo su propio heraldo y también de los dioses del mundo inferior. Apolo rehusó enseñar a Hermes el arte de la profecía y le refirió para ello a las tres hermanas que moraban en el Parnaso, pero le confirió el oficio de proteger ganados y pastizales.


Mientras Hermes tomaba como vacación guardar los rebaños, inventó la flauta. Cuando Apolo la escuchó, también la quiso. A cambio, le ofreció un cayado de oro y le prometió lecciones de arte adivinatorias basadas en sus oráculos. Así fue como este cayado, llamado caduceo, se convirtió en uno de sus atributos más famosos del dios. Zeus, viendo su inteligencia desde niño, le nombró su heraldo y también lo hicieron Hades y Perséfone.

Como heraldo de los dioses, preside sobre la habilidad en el uso de la palabra y la elocuencia en general, pues los heraldos son oradores públicos en las asambleas y otras ocasiones. Como diestro orador, era especialmente empleado como mensajero, cuando se requería elocuencia para lograr el objeto deseado. De ahí que las lenguas de los animales sacrificados le fueran ofrecidas. Como los heraldos y mensajeros solían ser hombres prudentes y circunspectos, Hermes era también el dios de la prudencia y la habilidad en todas las relaciones de intercambio social. Estas cualidades estaban combinadas con otras parecidas, tales como la astucia, tanto en las palabras como en las acciones, e incluso el fraude, el perjurio y la inclinación al robo. Los actos de este tipo eran cometidos por Hermes siempre con cierta habilidad, destreza e incluso elegancia. Según el prominente folclorista Meletinskii, Hermes es un tramposo deificado. Concedía los poderes que él mismo poseía a los mortales y héroes que gozaban de su favor, así como a todos los que tenía bajo su especial protección o eran llamado hijos suyos.

Él es el intérprete de la voluntad divina. Pasaba por ser también el dios del comercio y del robo, guiaba a los viajeros por los caminos y velaba por los pastores. Como heraldo de Hades tenía que realizar otro trabajo menos agradable: conducir hasta los Infiernos las almas de los difuntos. También guiaba a los caminantes y así eran frecuentes en los caminos los “hermas” o montones de piedras que le estaban consagradas.

Tuvo varios hijos pero quizás el más conocido sea Hermafrodito, fruto de una aventura amorosa con Afrodita. De su hijo se enamoró locamente una ninfa que al no ser correspondida, logró fundir su cuerpo con el del joven, formando una sola personalidad.

Hermes también actuaba como un psicopompo o guía de los difuntos que les ayudaba a encontrar su camino hasta el Inframundo griego. En muchos mitos griegos, Hermes es representado como el único dios además de Hades y Perséfone que podía entrar y salir del Inframundo sin problemas. Además de escoltar a los muertos, Hermes solía ayudar a los viajeros a tener un viaje seguro y sin contratiempos. Muchos griegos le dedicaban sacrificios antes de viajar.

Otra función importante de Hermes era su rol como patrón de todos los juegos gimnásticos de los griegos. Esta idea parece ser de origen tardío, pues en los poemas homéricos no hay rastro alguno de la misma y la apariencia del dios, tal como es descrita, resulta muy diferente de lo que podría esperarse del dios del arte gimnástico. Pero sus imágenes fueron erigidas en tantos lugares, entre ellos a la entrada de los gimnasios, que el resultado natural fue que, como Heracles y los Dioscuros, fuese considerado como protector de los jóvenes y los ejercicios y concursos gimnásticos y que en una época posterior los artistas griegos derivasen su ideal del dios desde el gimnasio, y lo representasen como un joven cuyos miembros estaban bella y armoniosamente desarrollados gracias a ejercicios gimnásticos. Atenas parece haber sido el primer lugar en el que fue adorado en este papel. Debe observarse que las diversas funciones del dios llevaron a algunos de los antiguos a asumir que varias deidades compartían su nombre.

A Hermes se le representa con unas sandalias aladas que lo transportaban por el aire tan rápido como el viento, en la cabeza llevaba siempre un sombrero de ala ancha “el pétaso” para protegerse de la lluvia, y empuñaba el caduceo de cintas blancas como símbolo de sus funciones como heraldo de los dioses. Después de esta historia nos resulta fácil deducir que Hermes era un dios pastoril. Se le suele representar también llevando a hombros un cordero (“Hermes Crióforo”) o devolviendo las ovejas perdidas al aprisco. Esta imagen fue tomada por los primitivos cristianos durante las persecuciones en Roma como imagen de Jesucristo “El Buen Pastor”, que los romanos tomaban por la de Hermes. De este modo se evitaban la persecución y el castigo.

viernes, 13 de agosto de 2010

HEFESTO / VULCANO




Este hijo de Zeus y Hera, desafortunado esposo de Afrodita, encarnaba al dios del fuego. Conocido principalmente por su fealdad. Para explicar su malformación existen varias interpretaciones míticas; la más corriente es las que da “La Ilíada”, una de las obras más destacadas del gran poeta Homero: Hera y Zeus tenían una disputa acerca de Heracles, Hefesto ayudó a su madre y Zeus lo cogió por un pie y lo expulsó del Olimpo. La otra explicación se recoge también en “La Ilíada”: Hera avergonzada porque su hijo había nacido cojo, lo arrojó del Olimpo.

En venganza por lo que su madre le había hecho, Hefesto fabricó para ella un trono de oro y se lo regaló. Cuando ésta se sentó, quedó atada sin remedio por unos lazos invisibles de los que sólo pudo liberarse cuando Dionisio, amigo de Hefesto, lo embriagó con vino y le convenció para que la liberase a cambio de ser de nuevo reintegrado en el Olimpo.

En el arte, se le representa cojo, sudoroso, con la barba desaliñada y el pecho descubierto, inclinado sobre su yunque, a menudo trabajando en su fragua. La apariencia física de Hefesto indica arsenicosis, es decir, envenenamiento crónico por arsénico que provoca cojera y cáncer de piel. El arsénico se añadía al bronce para endurecerlo y la mayoría de los herreros de la Edad de Bronce habrían padecido esta enfermedad.

Era el único dios que trabajaba y estaba considerado como el dios del fuego, de los metales, de la herrería y de la fragua. Además tenía muy buen carácter. Reinaba sobre los volcanes y su taller se situaba en la salida de uno de ellos, en el volcán Etna. Allí le ayudaban los Cíclopes. Por considerarse la forja como símbolo del progreso y la técnica, Hefesto pasó a considerarse también como el dios de la civilización.

Pese a su defecto físico, amó a las mujeres más bellas. A Cárite, la Gracia por excelencia y, sobre todo, a Afrodita, la diosa del amor y la belleza.

Emparejado con Afrodita, a quien nadie podía poseer. Hefesto estaba contentísimo de haberse casado con la diosa de la belleza y forjó para ella hermosa joyería, incluyendo un cinturón que la hacía incluso más irresistible para los hombres.
Sin embargo, Afrodita se entregaba en secreto a Ares, el dios de la guerra, según se narra en la Odisea. Cuando Hefesto tuvo noticia de estos amores por Helios, el sol, que todo lo ve, tejió una red de plata irrompible casi invisible con la que atrapó en la cama a los amantes en uno de sus encuentros. Hesíodo cuenta que el suceso fue motivo de gran algarabía en el Olimpo, pues Hefesto llamó a todos los demás dioses olímpicos para burlarse de ellos; es más, Hermes, el Argifonte, el mensajero de los dioses comentó que no le habría importado sentir tal vergüenza. Hefesto no los liberó hasta que prometieran terminar su romance, pero ambos escaparon tan pronto como levantó la red y no mantuvieron su promesa.

Hefesto fabricó muchos de los accesorios que lucían los dioses, y se le atribuye la forja de casi todos los objetos metálicos con poderes finamente trabajados que aparecen en la mitología griega: el casco y las sandalias aladas de Hermes, la égida de Zeus, el famoso cinturón de Afrodita, la armadura de Aquiles, las castañuelas de bronce de Heracles, el carro de Helios, el hombro de Pélope, el arco y las flechas de Eros, el casco de invisibilidad de Hades, el collar que regaló a Harmonía y el cetro de Agamenón. Así mismo también era el forjador de los rayos de Zeus.

Según Apolodoro, Hefesto intentó violar a Atenea pero no lo logró. Su semen cayó al suelo, y así Gea engendró a Erictonio, uno de los reyes de Atenas. Atenea crió entonces al bebé como una madre adoptiva. Alternativamente, el semen cayó en la pierna de Atenea, y ésta lo limpió con un trozo de lana que tiró al suelo, surgiendo entonces Erictonio de la tierra y la lana. Aún otra versión dice que Hefesto quería que Atenea se casase con él, pero que desapareció en el lecho nupcial, y Hefesto terminó eyaculando en el suelo.

miércoles, 11 de agosto de 2010

DIONISIO / BACO




Dionisio era hijo de Zeus y Sémele. Vino al mundo de forma trágica porque su madre, cuando estaba de él encinta, fue convencida por la celosa Hera para que le pidiese a Zeus mostrarse con todo su poder. El dios lo hizo y Sémele quedó reducida a cenizas, antes de que muriera, Zeus extrajo a Dionisio de su vientre y se lo incrustó en uno de sus muslos, donde el dios acabó la gestación.

La esposa de Zeus, Hera, una diosa celosa y vanidosa, descubrió la aventura de su marido cuando Sémele estaba encinta. Con el aspecto de una anciana (en otras versiones de una nodriza), Hera se ganó la amistad de Sémele, quien le confió que Zeus era el auténtico padre del hijo que llevaba en el vientre. Hera fingió no creerlo, y sembró las semillas de la duda en la mente de Sémele, quien, curiosa, pidió a Zeus que se revelara en toda su gloria como prueba de su divinidad. Aunque Zeus le rogó que no le pidiese eso, ella insistió y él terminó accediendo. Entonces Zeus se presentó ante ella con sus truenos, relámpagos y rayos, y Sémele pereció carbonizada. Zeus logró rescatar al fetal Dioniso plantándolo en su muslo. Unos meses después, Dioniso nació en el monte Pramnos de la isla Icaria, a donde Zeus fue para liberarlo ya crecido de su muslo. En esta versión, Dioniso tuvo dos «madres» (Sémele y Zeus) antes de nacer, de donde procede el epíteto dimētōr (‘de dos madres’), relacionado con su doble nacimiento.

En otra versión de la misma historia, Dioniso era el hijo de Zeus y Perséfone, la reina del Inframundo. Una celosa Hera intentó de nuevo matar al niño, enviando esta vez a los Titanes a descuartizarlo tras engañarlo con juguetes. Zeus hizo huir a los Titanes con sus rayos, pero éstos ya se habían comido todo salvo el corazón, que fue salvado, según las fuentes, por Atenea, Rea o Deméter. Zeus usó el corazón para recrearlo en el vientre de Sémele, de donde de nuevo fue ‘el nacido dos veces’. Otras versiones afirman que Zeus dio a comer el corazón a Sémele para preñarla.

Se le considera el dios de las viñas y del vino, y fue criado en una cueva por las ninfas que le instruyeron en el canto y la danza. Su maestro Isleño le enseñó a plantar la vid. Al crecer fue enloquecido por Hera y anduvo errante hasta la India. Durante el trayecto le acompañó un salvaje cortejo formado por las Ménades, Pan y los sátiros o faunos armados con báculos y coronados por agudas piñas, denominadas “los tirsos”, espadas, címbalos y tambores.

La leyenda cuenta que Zeus tomó al infante Dioniso y lo puso a cargo de Hermes. Una versión de la historia es que éste dio el niño al rey Atamante y su esposa Ino, tía de Dioniso. Hermes pidió a la pareja que criase al bebé como una niña, para esconderlo de la ira de Hera. Otra versión es que Dioniso fue puesto bajo la tutela de las ninfas de la lluvia de Nisa, que le criaron en su infancia y niñez, y que por sus cuidados fueron recompensadas por Zeus con el ascenso entre las estrellas como las Híades. Otra versión es que Zeus lo dio a Rea, o a Perséfone para que lo criase en el Inframundo, lejos de Hera. Alternativamente, fue criado por Maro.

Cuando Dioniso creció, descubrió la cultura del vino y la forma de extraer su precioso jugo, pero Hera hizo que se volviese loco y le empujó a vagar por diversas partes de la tierra. En Frigia la diosa Cibeles, más conocida por los griegos como Rea, le curó y le enseñó sus ritos religiosos, y así emprendió su recorrido por Asia enseñando a la gente el cultivo del vino. La parte más famosa de sus viajes es su expedición a la India, que se dice duró varios años. Volvió triunfante y emprendió la introducción de su culto en Grecia, pero se le opusieron algunos príncipes que temían los desórdenes y la locura que éste acarreaba (Penteo y Licurgo).

Como hombre joven, Dioniso era excepcionalmente atractivo. Una vez, disfrazado como un mortal sentado junto a la orilla del mar, fue visto por unos pocos marineros, que creyeron que era un príncipe. Intentaron secuestrarle y llevarle lejos para venderlo como esclavo o pedir un rescate. Probaron a atarle con cuerdas, pero ninguna podía sujetarlo. Dioniso se convirtió en un fiero león y soltó un oso a bordo, matando a todos los que entraron en contacto con él. Los que saltaron por la borda fueron transformados compasivamente en delfines. El único superviviente fue Acetes, el timonel, que reconoció al dios e intentó detener a sus marineros desde el principio. En una historia parecida, Dioniso deseaba navegar desde Icaria hasta Naxos, así que alquiló un barco pirata tirrenio. Pero cuando el dios estuvo a bordo, no navegaron hacia Naxos sino hasta Asia, con la intención de venderlo como esclavo. Por esto Dioniso transformó el mástil y los remos en serpientes, y llenó la nave de hiedra y del sonido de flautas, de forma que los marineros enloquecieron y saltaron al mar, donde fueron transformados en delfines.

Orgías o bacanales son los nombres que recibían las fiestas consagradas a este dios.
Las mujeres que participaban en ellas se llamaban bacantes o ménades. Por la noche entraban en éxtasis y corrían semidesnudas por los montes. Los hombres se vestían con pieles de machos cabríos, tigres y otros animales y se pintaban con sangre, vino tinto o jugo de moras. Mientras todos corrían, lanzaban fuertes gritos, rozando lo frenético y la locura.

Al regresar a Grecia de su viaje por la india, se casó con Ariadna, hija de Minos, rey de Creta, que fue abandonada por Teseo y también fue amante de la diosa Afrodita. En su honor se celebraban las fiestas grandes Dionisíacas en el mes de marzo. Durante las mismas, se representaban Tragedias y Comedias en el Teatro. Se le representaba como un joven imberbe y mofletudo, coronado por unos pámpanos y portando en la mano un tirso, un racimo de uvas o una copa.

Resulta muy curioso pensar cómo los dioses se oponen y al mismo tiempo se complementan entre sí. Pensemos en las diferencias entre Atenea y Ares respecto a la guerra, en Hera como protectora del matrimonio, frente a Afrodita que encarna el deseo amoroso y la infidelidad. Hestia, diosa del hogar y la estabilidad, en clara oposición a Hermes, el dios viajero que preside lo fugaz y los cambios de ánimo. Artemisa reinando sobre los espacios no civilizados, dominios siempre donde abunda la caza, mientras Démeter lo hacía sobre el espacio cultivado. Por último destacar la oposición más relevante entre Apolo y Dionisio. Apolo como dios de la claridad, el orden y la estabilidad, y Dionisio, como el dios bebedor, salvaje e incivilizado.

Una vez Dioniso halló que su antiguo profesor y padre adoptivo, Sileno, había desaparecido. El anciano había estado bebiendo, se había marchado ebrio y se encontró con algunos campesinos, que lo llevaron ante el rey, Midas (alternativamente, Sileno se metió en la rosaleda del rey). Midas le reconoció y le trató hospitalariamente, entreteniéndole durante diez días y noches educadamente, mientras Sileno divertía al rey y sus amigos con historias y canciones. Al undécimo día Midas llevó a Sileno de vuelta con Dioniso. Éste ofreció a Midas que eligiera la recompensa que deseara. Midas pidió que todo lo que tocase se transformara en oro. Dioniso accedió, aunque lamentó que no hubiese hecho una elección mejor. Midas se regocijó en su nuevo poder, que se apresuró en poner a prueba, tocando y convirtiendo en oro una rama de roble y una piedra. Deleitado, tan pronto como llegó a casa ordenó a los sirvientes que dispusieran un festín en la mesa. Entonces halló que su pan, su carne, su hija y su vino se convertían en oro. Enfadado, Midas se esforzó en desprenderse de su poder (el toque de Midas), pues odiaba el don que había codiciado. Rezó a Dioniso, rogando ser librado de su hambre. Dioniso le oyó y consintió, diciendo a Midas que se bañase en el río Pactolo. Midas así lo hizo, y cuando tocó las aguas el poder pasó a éstas, y las arenas del río se convirtieron en oro. Esto era un mito etiológico que explicaba por qué las arenas del río Pactolo eran ricas en oro.

martes, 10 de agosto de 2010

ATENEA / MINERVA





Era considerada (especialmente en Atenas, su ciudad) diosa de la razón, de la sabiduría, de la inteligencia creadora y patrona de las artes y los oficios. Protegía a hilanderas y tejedoras, además de atribuírsele la invención de la cuádriga, el carro de guerra, la escritura, la pintura y el bordado. También introdujo el olivo y el aceite en su país.
Hija de Zeus y Metis, cuando ésta estaba encinta, Zeus se la tragó aconsejado por Urano y Gea, que le advirtieron que si tenía una hija, nacería después un hijo que le arrebataría el poder del cielo. En el momento del parto, Zeus pidió a Hefesto que de un hachazo le abriese la cabeza y de allí salió Atenea armada con una lanza, la égida y lanzando un fuerte grito de guerra.

Era por tanto diosa de la guerra, pero a diferencia de su hermano Ares, ella no disfrutaba con la batalla y siempre prefería buscar soluciones pacíficas. Ares representaba la guerra en sí misma, ella, por el contrario, la concepción socializada de la guerra y su uso sólo al servicio de la defensa de la ciudad.
En honor a Atenea, se levantó, en la Acrópolis de Atenas, el famoso templo del Partenón, en cuyo interior se hallaba la estatua de la diosa realizada por Fideas. Obra de gran tamaño y materiales nobles como oro, marfil y esmeraldas.

Uno de los mitos más conocidos de esta diosa es el que protagonizó junto a la joven doncella Aracne. Ésta era hija de un famoso tintorero, por lo que pronto aprendió con gran técnica el arte de tejer y bordar, siendo muy grande su fama. Pronto se la consideró como discípula de la diosa Atenea (protectora de las bordadoras e hilanderas) e incluso las ninfas acudían largos ratos a contemplar sus trabajos. Poco a poco fue creciendo el orgullo y la soberbia de Aracne por las continuas alabanzas a su obra, y ya conocemos como ambas cosas siempre eran castigadas por los dioses. Un día, Atenea se presentó ante ella disfrazada de anciana para advertirle que debía moderar su orgullo, pero la joven le contestó con insultos y la retó a crear un tapiz mejor que el de ella. Atenea consiguió realizar un bello trabajo con el tema de los doce dioses del Olimpo mostrados en toda su majestad. En las esquinas representaba como una advertencia los castigos de los mortales que habían osado a desafiar a los dioses. La imprudente Aracne tejió también otro tapiz de gran belleza pero con el atrevido tema de las infidelidades de Zeus a Hera. La diosa encontró la obra de su rival perfecta, pero se encolerizó al ver ridiculizado a su padre y la destruyó. Aracne supo entonces que iba a ser duramente castigada e intentó ahorcarse, pero la diosa lo impidió porque tenía reservado para ella el castigo de transformarla en araña para que hilase así hasta su muerte.
El mito también fue pintado en este caso por el pintor barroco español Diego Velázquez de Silva, y el cuadro se tituló “La Fábula de Aracne. Las Hilanderas”. Este gran cuadro, sin duda uno de los mejores de la Pintura del Siglo de Oro Español.


Los mitos griegos clásicos cuentan que Atenea guió a Perseo en su cruzada para decapitar a Medusa. Enseñó a Heracles cómo despellejar al león de Nemea usando las propias garras del león para cortar su gruesa piel. También le ayudó a derrotar a los pájaros del Estínfalo y a navegar en el inframundo capturando a Cerbero. También fue quien ayudó a Hércules a matar a la hidra de Lerna.

En otra historia tardía se decía que la naturaleza astuta y perspicaz de Odiseo le ganó rápidamente el favor de Atenea, aunque en las épicas de tipo realista la diosa es confinada a ayudarle solo a distancia, como implantando pensamientos en su cabeza, durante su viaje de vuelta a casa desde Troya. No es hasta que llega a la playa de una isla en la que Nausícaa lava sus ropas cuando Atenea puede llegar a dar una ayuda más tangible. Se aparece en los sueños de Nausícaa para asegurar que la princesa rescate a Odiseo y le envíe finalmente a Ítaca. La propia diosa se aparece disfrazada a Odiseo tras su llegada. Inicialmente le miente diciéndole que su esposa Penélope se ha casado y que a él se le da por muerto, pero sin embargo Odiseo le miente a su vez, viendo a través de su disfraz. Complacida por su determinación y sagacidad, Atenea se le revela y le cuenta todo lo que necesita saber para recuperar su reino. Le disfraza como un anciano para que no sea descubierto por los pretendientes o por Penélope y le ayuda a derrotar a éstos y a finalizar la subsiguiente disputa entre sus familiares.

En un mito posterior, Medusa, quien a diferencia de sus dos hermanas gorgonas era imaginada por los griegos clásicos del siglo V mortal y extremadamente bella, mantuvo relaciones o fue violada por Poseidón en un templo de Atenea. Tras descubrir la profanación de su templo, la diosa transformó a Medusa para parecerse a sus hermanas como castigo. Su pelo se transformó en serpientes y tenía el poder de petrificar con la mirada.
Cuando Perseo decapitó a Medusa, sus hermanas Esteno y Euríale lloraron su muerte con lastimeros sonidos emitidos por las bocas de las serpientes que poblaban sus cabezas, y se decía que Atenea imitó tales sonidos con un junco, inventando así la flauta.

Los atributos de Atenea eran la lanza, el casco y la égida (coraza de piel de cabra), un bien que también compartía con Zeus. En la mano derecha llevaba siempre la imagen de la Victoria alada. En su escudo portaba la cabeza de la Gorgona, que le fue regalada por Perseo. Con ella convertía en piedra a quien la miraba. El animal que se le consagraba era la lechuza y su cabeza figuraba en las monedas atenienses. Homero la llamaba “Atenea de ojos de lechuza”. La planta consagrada, no podía ser otra que el olivo.
Las fiestas de las Panateneas fueron muy importantes en Atenas y se instituyeron en honor de la diosa. Era una procesión de jóvenes doncellas de Atenas que subían a la Acrópolis para llevarle un peplo (vestidura sin mangas usada por las mujeres de la Grecia antigua) tejido como ofrenda. En ellas participaban también muchachos a caballo y ancianos.

Una serie completa de fábulas y usos, pertenecientes especialmente a la religión ateniense, representa a Atenea como la ayudante y protectora de la agricultura, papel bajo el que se representa a la diosa como inventora del arado y el rastrillo. Creó el olivo, enseñó a la gente a uncir los bueyes para arar, cuidó de la cría de caballos e instruyó a los hombres en su doma con bridas, otra invención suya.
Las dos deidades Erecteo y Erictonio, honradas en el Ática como poderes del fértil suelo, son sus hijos adoptivos.
Los nombres de sus primeras sacerdotisas, las hijas de Cécrope, Aglauro, Pándroso y Herse, significan ‘aire brillante’, ‘rocío’ y ‘lluvia’, y son meras personificaciones de sus cualidades, de gran valor para el territorio ateniense.
Además de las invenciones relativas a la agricultura, también se le atribuían otras relacionadas con varios tipos de ciencia, industria y arte, y todos sus inventos no son del tipo que los hombres harían por azar o accidente, sino que requerían reflexión y meditación. Pueden señalarse la invención de los números, del carro y de la navegación. En la historia ateniense enseña a Erictonio a atar sus caballos al carro, y en la corintia enseña a Belerofonte a dominar a Pegaso. Respecto a todos los tipos de artes útiles, se creía que había familiarizado a los hombres con los medios e instrumentos que eran necesarios para practicarlas, como con el arte de producir fuego. También se creía que había inventado casi todos los tipos de trabajo en los que se empleaba a las mujeres, como el hilado y el tejido, y ella misma era diestra en ellos. Incluso en Homero todos los productos del arte femenino, se califican de «obras de Atenea». Muchos paladios (estatuas de Palas) llevaban un huso y una rueca en la mano izquierda.

Su genio cubre el campo de la música y el baile: fue la inventora de la flauta y la trompeta, así como de la danza de guerra pírrica, de la que se decía que fue su ejecutora más antigua, en la celebración de la victoria de los dioses sobre los Gigantes. En suma, Atenea y Hefesto fueron los grandes patrones de artes tanto útiles como elegantes. Por ello se la llamaba Ergane, y los autores posteriores la hicieron diosa de toda la sabiduría, el conocimiento y el arte, y la representaron sentada a la derecha de su padre Zeus y apoyándole con sus consejos.

Como todas las demás deidades que se suponía que dispensaban las bendiciones de la naturaleza, es la protectora del crecimiento de los niños, y como diosa del cielo claro y el aire puro, otorga salud y aleja la enfermedad. Más aún, en Atenas era una deidad patrona del estado y la protectora (con Zeus) de las fratrías y las casas que formaban la base del estado. En Atenas y Esparta protegía las asambleas populares y deliberativas. En los demás sitios presidía sobre las mayores uniones de gente. También mantenía la autoridad de la ley, la justicia y el orden, en las cortes y la asamblea del pueblo. Esta noción era tan antigua como los poemas homéricos, en los que se describe a Atenea ayudando a Odiseo contra la conducta sin leyes de los pretendientes.
Se creía que había instituido la antigua corte del Areópago, y en casos en los que los votos de los jueces estaban empatados, daba el decisivo en favor del acusado.

Atenea promocionaba la prosperidad interna del estado, al fomentar la agricultura y la industria y al mantener la ley y el orden en todas las transacciones públicas, y de la misma forma también lo protegía de los enemigos extranjeros, y así asumía el carácter de una deidad de la guerra, aunque en un sentido muy diferente al de Ares, Eris o Enio. Según Homero ni siquiera llevaba armas, sino que las tomaba prestadas de Zeus, guardaba a los hombres de la masacre cuando la prudencia lo requería, y repelía el salvaje amor por la guerra de Ares, conquistándolo. Atenea no ama la guerra por sí misma, sino solo por las ventajas que ganaba el estado al emprenderla, y por tanto sólo apoya aquellas empresas bélicas que se iniciaban con prudencia y que probablemente arrojaran resultados favorables. En época de guerra, las ciudades, fortalezas y puertos quedan bajo su especial protección.
Como diosa prudente de la guerra también era la protectora de todos los héroes que se distinguieron por su prudencia y buenos consejos, así como por su fuerza y valor, como Heracles, Perseo, Belerofonte, Aquiles, Jasón, Diomedes y Odiseo. Como diosa de la guerra y protectora de los héroes, Atenea suele aparecer con armadura, con la égida y una vara dorada, con la que otorga a su favoritos juventud y majestad

lunes, 9 de agosto de 2010

ARTEMISA / DIANA


Era la hermana gemela de Apolo, por tanto, hija de Zeus y Leto. Los griegos y los romanos la consideraban la diosa de la luna, de los bosques y selvas, donde se encontraban los animales salvajes a los que daba caza. Siempre virgen y eternamente joven, se complacía sólo con la caza.

Por su poder enviaba a las mujeres la muerte tras un mal parto y también de sus flechas salían las muertes repentinas, sobre todo las indoloras. Su carácter era vengativo y fueron muchas las víctimas de su encendida cólera.
Una de estas víctimas fue Acteón, al que convirtió en ciervo para que le devorasen sus perros, porque sin querer éste la había contemplado en un bosque mientras se bañaba desnuda junto a sus ninfas. Para calmar su cólera llegaron incluso a ofrecérsele sacrificios humanos.

La tradición decía que Ifigenia había depositado en Braurón una xoana de Artemisa traída del país de los tauros. Un rito que se celebraba allí era un sacrificio realizado por niñas atenienses de entre cinco y diez años disfrazadas de osas. Las niñas eran conocidas como arktoi (‘oseznas’). Un mito explicando esta servidumbre cuenta que un oso había adoptado la costumbre de visitar regularmente la ciudad de Braurón, cuyas gentes le alimentaban, de forma que con el tiempo el oso fue domado. Pero una niña fue arañada por el oso mientras jugaba con él y por ello un hermano de la niña mató al oso. Artemisa se enfureció, exigiendo que las niñas «actuaran como osas» en su templo como expiación por la muerte del oso. Otra explicación alternativa decía que a causa de la muerte del oso había una peste en Atenas y un oráculo había dicho que la peste sólo cesaría si las jóvenes atenienses expiaban la muerte del animal.

En muchos lugares de la antigua Grecia, las mujeres jóvenes dedicaban justo antes del matrimonio juguetes, muñecos y mechones de su pelo a Artemisa.

Era honrada en todas las regiones montañosas y agrestes de Grecia y su santuario más importante se situaba en Éfeso. La consideraban personificación de la Luna, mientras su hermano gemelo, Apolo, lo era del Sol. Y era a su vez protectora de la tribu de las Amazonas. La diosa presenta una contradicción en su culto ya que en unos lugares era venerada por su virginidad mientras que en otros lo hacían por su fecundidad.

Se le representaba con un ciervo a su lado, una media luna en la frente, armada con un arco de plata, carcaj y flechas. Iba acompañada de un cortejo de ninfas y una jauría de perros y fieras. En el siglo V a. de C, sus esculturas se hacía con una figura triforme cuyos dorsos adosados simbolizaban la luna llena, la luna creciente y la luna menguante.

En Éfeso, su templo fue una de las siete maravillas del mundo. Allí la Señora a la que los griegos asociaban con Artemisa por interpretatio graeca era adorada principalmente como una diosa madre, semejante a la frigia Cibeles, en un antiguo santuario donde su imagen de culto representaba a la «Señora de Éfeso» adornada con múltiples protuberancias similares a pechos, que fueron tradicionalmente interpretadas como múltiples pechos accesorios o testículos de toros sacrificados, hasta que una excavación del yacimiento del Artemision en 1987–1988 identificó la multitud de perlas de ámbar con forma de lágrima que habían adornado la antigua xoana de madera.

La infancia de Artemisa no está recogida en ningún mito conservado: la Ilíada reducía la figura de la pavorosa diosa a una niña que, tras haber sido azotada por Hera, subía al regazo de Zeus. El poeta Calímaco imaginó a la diosa «que se entretiene en las montañas con el arco» en algunas escenas encantadoras: a los tres años, Artemisa pidió a su padre, Zeus, mientras estaba sentada en su rodilla, que le concediese varios deseos. Pidió permanecer casta toda la eternidad y no ser atrapada en el matrimonio, sabuesos de orejas cortadas, ciervos para tirar de su carro, veinte ninfas Amnísides como compañeras de caza, y «sesenta bailarinas oceánides, todas de nueve años». Zeus accedió a sus deseos. Todas sus compañeras permanecieron vírgenes y ella guardó celosamente su castidad.

Es importante advertir que el concepto de «virginidad» es bastante diferente del actual. En aquella época se cree extrañamente que se consideraba una mujer virgen a la mujer soltera, sin ataduras con hombre alguno, apoyando así la naturaleza indomable de Artemisa.

Artemisa mataba a cualquiera de sus compañeras que perdiese su virginidad, tales como Mera y Calisto. Esta última perdió su virginidad con Zeus, que se había presentado disfrazado como Apolo o, en otras versiones, como la propia Artemisa. Calisto fue transformada en osa por Zeus, Artemisa o Hera. El hijo que había tenido con Zeus, Arcas, casi mató a su madre mientras cazaba, pero Zeus o Artemisa le detuvieron y subieron a ambos al cielo como la Osa Mayor y la Osa Menor. En otra versión, Artemisa persiguió y mató a Calisto antes de que Zeus la pusiera entre las constelaciones.

domingo, 8 de agosto de 2010

ARES / MARTE "EL DIOS DE LA GUERRA"



El hijo de Zeus y Hera encarnaba el espíritu de la batalla, el que gozaba con la matanza y con la sangre. Habitaba en Tracia, región guerrera, junto a las Amazonas, sus hijas. A pesar de ser el dios guerrero por excelencia no todas sus batallas eran victoriosas. Muchas veces ganaban ante su fuerza, la inteligencia o la prudencia.

El carácter guerrero de las tribus de Tracia llevó a la creencia de que el hogar de Ares estaba en ese país, que era junto con Escitia su principal centro de culto. Ares fue adorado en Escitia con la forma de una espada, a la que no sólo se sacrificaban caballos y otro ganado, sino también hombres. La adoración de Ares en los países al norte de Grecia parece indicar que su culto se introdujo en ellos desde Tracia, y el propio carácter del dios, como es descrito por la mayoría de los antiguos poetas griegos, parece haber sido ideado poco apropiadamente a su representación en obras de arte: en efecto, no se conocen representaciones artísticas de Ares anteriores a la época de Alcámenes, quien parece haber creado el ideal de Ares.
Se conservan pocos monumentos griegos con representaciones del dios, apareciendo principalmente en monedas, relieves y joyas. Aunque importante en la poesía, Ares fue raramente objeto de culto en la antigua Grecia, en comparación con otros dioses, salvo en Esparta, donde era apaciguado la víspera de la batalla, y en el mito fundacional de Tebas, apareciendo en pocos mitos más. En Esparta había una estatua del dios encadenado, para mostrar que el espíritu de la guerra y la victoria nunca abandonaría la ciudad. En esta ciudad se le sacrificaban cachorros de perros negros (en asimilación del sacrificio nocturno ctónico de Enialio) e incluso humanos.

Dio nombre al famoso tribunal ateniense del Areópago, que significaba “colina de Ares”. Éste, era el lugar donde el dios fue juzgado y absuelto de una acusación de asesinato y por tanto los atenienses los escogieron para juzgar también sus delitos de sangre.

Cuando combatía, no lo hacía por una causa, sino por el placer de la guerra. Por lo tanto, no gozó de la simpatía de los griegos. Se le representaba con coraza, casco, escudo, lanza y espada. Su tamaño era sobrehumano y sus gritos podían ser atronadores. Casi siempre combatía a pie y era acompañado de unos demonios que le servían de escuderos.
La leyenda le asocia numerosas aventuras amorosas, la más famosa, la que protagonizó junto a Afrodita.

En el mito cantado por el bardo en el salón de Alcínoo, rey de los feacios, el dios sol Helios espió una vez a Ares y Afrodita haciendo el amor en secreto en casa del esposo de ésta, Hefesto, a quien alertó presto. Hefesto enfureció y conspiró para atrapar a la pareja in fraganti, para lo que dispuso sobre la cama una sutil red metálica invisible con el poder de inmovilizar a cualquiera, incluyendo a los dioses. Así atrapó a Ares y Afrodita en la siguiente ocasión, trayendo entonces a los demás dioses para que fuesen testigos del adulterio (las diosas no fueron por pudor), pensando humillarlos. Algunos comentaron la belleza de Afrodita, otros que habrían cambiado gustosos el lugar de Ares, pero todos se burlaron de ellos. Poseidón accedió a devolver a Hefesto el excrex de Afrodita. Cuando la pareja fue liberada, Ares huyó a su tierra natal, Tracia. En una versión adulterada muy posterior, Ares ponía a Alectrión a su puerta para que le avisase de la llegada de Helios, pero el joven se quedó dormido y Helios descubrió a los amantes. Ares, furioso, transformó a Alectrión en un gallo, que nunca se olvida de anunciar la llegada del sol por la mañana.

Deimos y Fobos eran hijos suyos con Afrodita y también respectivamente los espíritus del terror y el miedo, que le acompañaban a la batalla.

La hermana y compañera del homicida Ares era Enio, diosa del derramamiento de sangre y la violencia. La presencia de Ares se veía acompañada por Cidoimos, el daimon del alboroto de las batallas, así como las Macas (Batallas), las Hisminas (Disputas), Polemos (un espíritu menor de la guerra, probablemente un epíteto de Ares, pues no tenía un dominio específico) y la hija de éste, Alala, la diosa-personificación del grito de guerra griego, cuyo nombre era usado por Ares como grito de guerra propio. Su hermana Eris le acompañaba en los combates, incitando a los soldados a luchar. Su otra hermana Hebe, a quien trataba irrespetuosamente, era reclamada a menudo para prepararle el baño.

Todos sus hijos fueron terribles, entre ellos destacó Éris (la Discordia). También se cuentan hijos con mujeres mortales, la mayoría hombres violentos y crueles.
Su culto se difundió mucho entre los romanos, que era un pueblo más belicoso que los griegos. Lo consideraban padre de Rómulo y Remo, gemelos amamantados por la Loba Capitolina. Y se instituyó en su honor el colegio de sacerdotes “salios”, encargados de velar los escudos sagrados. Los animales consagrados a este dios eran el perro y el buitre.

En la Ilíada, Homero representa a un Ares sin alianzas fijas ni respeto hacia Temis, el orden correcto de las cosas: prometió a Atenea y Hera que lucharía del lado de los aqueos, pero Afrodita logró persuadirle para que luchase junto a los troyanos.
Durante la guerra, Diomedes se enfrentó a Héctor y vio a Ares luchando en el bando troyano. Diomedes pidió a sus soldados que se retirasen lentamente. Hera, la madre de Ares, vio la injerencia de éste y pidió permiso a Zeus, su padre, para alejarlo del campo de batalla. Ares atacó a Diomedes con su lanza, pero Atenea desvió el ataque. Diomedes respondió con la pica y Atenea guió el golpe para herir a Ares, quien en su caída bramó como nueve o diez mil hombres y huyó al monte Olimpo, lo que obligó a los troyanos a retirarse.
Cuando Hera mencionó durante una conversación con Zeus que su hijo Ascálafo había muerto, Ares rompió a llorar y quiso unirse a la batalla del lado de los aqueos contra la orden de Zeus de que ningún olímpico debía participar en la guerra. Atenea detuvo a Ares y le ayudó a quitarse la armadura. Más tarde, cuando Zeus permitió a los dioses tomar parte activa en la guerra de los mortales, Ares intentó vengarse de Atenea, pero terminó herido de nuevo cuando ésta le golpeó con una piedra, cubriendo al caer con su cuerpo tumbado siete yugadas.