viernes, 11 de febrero de 2011

FOBO


Era el dios del miedo. Del nombre de este dios, derivan todas las palabras relacionadas con la “fobia”.

Hijo de Ares, el dios de la guerra y de la sangre, y de Afrodita, la diosa del amor.

Fobo es el Pánico, el miedo que hace que el guerrero se bata en retirada, abandonando apresuradamente el campo de batalla y sin tener en cuenta nada más que su huida. Siempre va acompañado de su hermano Deimo (es el Temor, el miedo que paraliza a los guerreros cuando están en el combate y que les imposibilita continuar peleando). Ambos acompañan a su padre cuando conduce el carro de Ares, tirado por briosos caballos, hasta la batalla.

En la mitología griega y romana el miedo era tan poderoso que fue divinizado; se le rendía culto como a cualquier otro dios o diosa de los muchos que poblaban los panteones de ambas culturas fundacionales.

Para los griegos el dios del miedo era Fobo, el cual hacía que el guerrero se batiera en retirada en medio del combate. Y para mayor intimidación, Fobo residía en la entrada del Infierno.

Fobo era hermano de Fuga, otra divinidad de la guerra que inducía a los hombres a huir del combate, y de Deimo (Terror), que los paralizaba en el mismo lugar donde se encontraban. Los tres eran hijos y aurigas de Marte, el dios supremo de la guerra que siempre estaba presente en los combates acompañado por sus temibles vástagos.


La madre de Fobo, Fuga y Terror era Afrodita, diosa del amor. Y eso significaba que para los griegos la violencia y el amor eran como dos caras de la misma moneda. No por casualidad la más emblemática de todas las guerras, la de Troya, tuvo como causa directa el insensato amor entre el príncipe troyano Paris y la reina de Esparta, Helena.

Precisamente era en Esparta donde estaba el principal templo de Fobo. Y estaba situado muy cerca del palacio de los Éforos (los magistrados que administraban la justicia, cobraban los impuestos y gobernaban la ciudad cuando el rey andaba en la guerra), para que éstos tuvieran temor de cometer actos indignos de su clase. Y además, el culto a Fobo, o sea el miedo, ayudaba a que la gente no se atreviera a violar las normas (leyes) y las costumbres ( la moral).

También en la ciudad de Corinto había un templo y una gran estatua de Fobo o Miedo. Y su figura aparecía en la égida de Minerva, en tanto que Agamenón, el gran rey que dirigió a los griegos en la guerra contra Troya, llevaba siempre la imagen de Fobo en su escudo.

Los grandes guerreros, como Teseo en la mitología y Alejandro en la historia, ofrecían sacrificios a Fobo para que el miedo no se apoderara de sus tropas.

Cuando los griegos entraron a Troya gracias a la estratagema del caballo urdida por Odiseo (Ulises), los troyanos trataron de defender su hasta entonces invencible ciudad. Sin embargo el Miedo y la Fuga se encargaron de espantarlos y por eso todos los intentos de resistencia fueron inútiles.

Los romanos comenzaron a honrar al dios del Miedo desde que Tulio Hostilio (el tercer rey legendario de Roma, sucesor de Numa Pompilio) le prometió instaurar su culto si lo favorecía en una batalla decisiva contra los albanos. Desde entonces los romanos representaron al dios Miedo como una persona con los cabellos erizados por el terror, el rostro asombrado, la boca abierta y la mirada reflejando el espanto como si estuviera ante un peligro súbito y terrible

2 comentarios:

Jose dijo...

Vaya... que interesante. Sobretodo esa visión de los griegos sobre la dualidad violencia/amor como caras de una misma moneda.

Gracias por ilustrarnos!

Kandy dijo...

Qué miedoooooooooooooo!!!!!