domingo, 27 de marzo de 2011

LA NINFA ECO



Eco es, en la mitología griega, una oréade (ninfa de la montaña) del monte Helicón, que amaba su propia voz. Fue criada por ninfas y educada por las Musas.

Eco era una joven ninfa de los bosques, parlanchina y alegre. Con su charla incesante entretenía a Hera, esposa de Zeus. Y estos eran los momentos que Zeus el padre de los dioses griegos, aprovechaba para mantener sus relaciones extraconyugales.
Hera, furiosa cuando supo de ello, culpaba a Eco de entretenerla…y ya que la entretenía con aquellas charlas incesantes, la condenó a no poder hablar, sino solamente podría repetir el final de las frases que escuchara, y ella, avergonzada, abandonó los bosques que solía frecuentar, recluyéndose en una cueva cercana a un riachuelo.

Eco está relacionada con la historia de Narciso. Cualquiera podía excusablemente haberse enamorado de Narciso, incluso cuando era niño, y cuando llegó a los dieciséis años de edad su camino estaba cubierto de numerosos amantes de ambos sexos cruelmente rechazados, pues se sentía tercamente orgulloso de su propia belleza. Entre esos amantes se hallaba la ninfa Eco, quien ya no podía utilizar su voz, sino para repetir tontamente los gritos ajenos, lo que constituía el castigo por haber entretenido a Hera con largos relatos mientras las concubinas de Zeus, las ninfas de la montaña,eludían su mirada celosa y hacían su escapatoria.

Un día en que Narciso salió para cazar ciervos, Eco le siguió a hurtadillas a través del bosque sin senderos con el deseo de hablarle, pero incapaz de ser la primera en hablar.

Por fin Narciso, viendo que se había separado de sus compañeros, gritó:

—¿Está alguien por aquí?
—¡Aquí! —repitió Eco, lo que sorprendió a Narciso, pues nadie estaba a la vista.
—¡Ven!
—¡Ven!
—¿Por qué me eludes?
—¿Por qué me eludes?
—¡Unámonos aquí!
— ¡Unámonos aquí! —repitió Eco, y corrió alegremente del lugar donde estaba oculta a abrazar a Narciso.
Pero él sacudió la cabeza rudamente y se apartó:
—¡Moriré antes de que puedas yacer conmigo! —gritó.
—Yace conmigo —suplicó Eco.

Pero Narciso se había ido, y ella pasó el resto de su vida en cañadas solitarias, consumiéndose de amor y mortificación, hasta que sólo quedó su voz.


Otra forma de explicar la historia de Eco y Narciso es la siguiente:

Narciso daba largos paseos sumido en sus cavilaciones, y uno de esos paseos le llevó a las inmediacions de la cueva donde Eco moraba.
Nuestra ninfa le miró embelesada, quedando prendada de él, pero no reunió el valor suficiente para acercarse.


Narciso encontró agradable la ruta que había seguido ese día y la repitió en más ocasiones. Eco le esperaba y le seguía en su paseo, siempre a distancia, temerosa de ser vista, hasta que un día, un ruido que hizo al pisar una ramita puso a Narciso sobre aviso de su presencia, descubriéndola cuando en vez de seguir andando tras doblar un recodo en el camino quedó esperándola.
Eco palideció al ser descubierta, y luego enrojeció cuando Narciso se dirigió a ella.


- ¿Qué haces aquí? ¿Por qué me sigues?

- Aquí... me sigues... -fue lo único que Eco pudo decir, maldita como estaba, habiendo perdido su voz.

Narciso siguió hablando y Eco nunca podía decir lo que deseaba. Finalmente, como la ninfa que era acudió a la ayuda de los animales, que de alguna manera le hicieron entender a Narciso el amor que Eco le profesaba.

Ella miró a Narciso expectante, ansiosa... pero solo recibió una su risa helada que la desgarró.
Y así, mientras Narciso se reía de ella, de sus pretensiones, del amor que albergaba en su interior, Eco moría….

Se retiró a su cueva, donde permaneció quieta, sin moverse, repitiendo en voz baja, un susurro apenas, las últimas palabras que le había oído ... "qué estúpida... qué estúpida... qué... estu... pida...".
Y dicen que allí se consumió de pena Eco, tan quieta, que llegó a convertirse en parte de la propia piedra de la cueva...


Eco también fue pretendida por Pan. Pan era dios y también era mitad hombre y mitad macho cabrío, porque él no conocía el antagonismo alma-naturaleza. Por eso Pan tenía cuernos por su fuerza agresiva y patas de macho cabrío como muestra de la vitalidad de su instinto.


Pan estaba enamorado de Eco. Eco no estaba enamorada de él, así que huyó y se precipitó en la corriente del Laón. Aunque también se explica que como Eco desdeñaba el amor de todos los hombres, provocó la furia de Pan, que ordenó a sus seguidores matarla. Eco fue descuartizada y esparcida por toda la Tierra. Gea recibió los trozos de Eco, cuya voz permanece repitiendo las últimas palabras de los demás.

domingo, 6 de marzo de 2011

LYCAON



Lycaon era el hijo de Pelasgus y Meliboea (o de oread ninfa Cyllene), padre de Oenotrus y el primer rey mítico de Arcadia. Él era el padre de Callisto y, según alguno, él crió a su hijo Arcas.

En la mitología griega Licaón era un rey de Arcadia hijo de Pelasgo (al que sucedió) y de Melibea, Cilene o Deyanira. Otras versiones lo hacen hijo de Titán y la Tierra.

Era un rey culto y religioso, muy querido por su pueblo, al que ayudó a abandonar la vida salvaje que habían llevado hasta entonces. Fundó la ciudad de Licosura, una de las más antiguas de Grecia, y en ella erigió un altar a Zeus Licio. Pero su apasionada religiosidad le llevó a realizar sacrificios humanos, lo que degeneró su posterior metamorfosis. Ovidio afirma que llegó al punto de sacrificar a todos los extranjeros que llegaban a su casa, violando la sagrada ley de la hospitalidad.


Licaón fue padre de una numerosa prole (algunos autores afirman que llegaban a cincuenta), tenidos de distintas mujeres. Los hijos de Licaón eran famosos por su insolencia e impiedad, y sus crímenes llegaron a oídos de Zeus, que se disfrazó de viejo mendigo y acudió al palacio de los licaónidas para comprobar si los rumores eran ciertos. Los jóvenes príncipes tuvieron la osadía de asesinar a su propio hermano Níctimo y servir sus entrañas al huésped, mezcladas con las de animales. Zeus descubrió el engaño y enfurecido convirtió a todos en lobos, los fulminó con su rayo o tuvieron que exiliarse para siempre, según las versiones. Después devolvió la vida a Níctimo, que sucedió a su padre en el reino de Arcadia.
También existe la versión de que Licaón, pensando que era un mendigo, se preparó para asesinarle, pero alertado por algunas señales divinas, quiso asegurarse antes de que el huésped no era un dios, como afirmaban sus temerosos súbditos. Para ello hizo cocinar la carne de una de sus víctimas o de un esclavo, y se lo sirvió a Zeus. Éste montó en cólera y transformó a Licaón en un lobo, incendiando después el palacio que había sido testigo de tanta crueldad.


Según Apolodoro fue en el reinado de éste último cuando se produjo el diluvio de Deucalión, provocado precisamente por ira que generó a Zeus la impiedad de los hijos de Licaón.
Suidas ofrece otra versión de la historia, según la cual Licaón había extendido, con el fin de que su pueblo se volviese más piadoso, el rumor de que Zeus iba a visitarle a menudo de incógnito. Para comprobarlo sus hijos fueron los que mataron a un niño y mezclaron su carne con la de los bueyes preparados para el sacrificio al dios, que fulminó con un rayo a los asesinos. Fue entonces cuando Licaón, inocente, instituyó las lupercales.

Las Fiestas Lupercales eran, en la Antigua Roma, unas fiestas que se celebraban el día 15 del mes de febrero. Su nombre deriva supuestamente de lupus (lobo, animal que representa a Fauno Luperco) e hircus (macho cabrío, un animal impuro). Fueron instituidas por Evandro el arcadio en honor de Pan Liceo (también llamado Fauno Luperco, el que protegía al lobo, y protegía contra Februo, o también Plutón). Un cuerpo especial de sacerdotes, los Lupercos o Luperci (Sodales Luperci o amigos del lobo) eran elegidos anualmente entre los ciudadanos más ilustres de la ciudad que debían ser en su origen adolescentes que sobrevivían de la caza y el merodeo en el bosque durante el tiempo de su iniciación en la edad adulta, lo que por aquel entonces era un tiempo sagrado y transitorio en que se comportaban como lobos humanos. Se reunían el 15 de febrero en la recientemente encontrada gruta del Lupercal (más tarde llamada Ruminal en honor a Rómulo y Remo) en el monte Palatino. Según la tradición fue en este lugar donde Fauno Luperco tomando la forma de una loba, había amamantado a los gemelos Rómulo y Remo, y en cuyo honor se hacía la fiesta. La tradición cuenta que allí había una higuera cuyas raíces habían detenido la cesta en cuyo interior se encontraban los gemelos Rómulo y Remo. Bajo la sombra de esta venerable higuera, la Ruminalis, celebraban el sacrificio de un perro y de un macho cabrío, animales que eran considerados impuros. Después se tocaba la frente de los luperci con el cuchillo teñido con la sangre de la cabra y a continuación se borraba la mancha con un mechón de lana impregnada en leche del mismo animal. Éste era el momento en que los lupercos prorrumpían en una carcajada de ritual. Luego cortaban la piel de los animales sacrificados en tiras, llamadas februa, que junto con la deidad sabina Februo, y el sobrenombre de Juno, Februalis (la que purifica), son los posibles candidatos a darle nombre al mes de Febrero. Con este aspecto y casi desnudos, sólo tapados con unas tiras de cuero, salían alrededor del monte Palatino donde golpeaban a todos los que encontraban a su paso. El ser azotado por las tiras de cuero de los luperci equivalía a un acto de ´purificación, y era llamado februatio. Este acto de purificación comenzó en el reinado de Rómulo y Remo, cuando las mujeres romanas se hicieron estériles. Después de consultar el oráculo de la diosa Juno, en el bosque Esquilo, ésta respondió: "Madres del Lacio, que os fecunde un macho cabrío velludo". Y es ésta la razón por la que los luperci van desnudos uncidos en sangre de animales impuros (como si vinieran de caza) con pieles de lobo, golpeando con el látigo como si fuera un miembro viril. Para las mujeres, este rito aumentaba su fertilidad poniéndole las carnes de color púrpura. Este color representaba a las prostitutas de la época, en particular las que ejercían la prostitución sagrada con los lupercos en el Ara Máxima, también llamadas lupas o lobas. De este color vistió Helena de Troya para ofender a su marido Menelao, que como todos los reyes de la época, trataban como una esclava a sus mujeres. Hoy en día es color del feminismo). Esta celebración la adoptó el emperador Justiniano I en el imperio de Oriente el año 542, como remedio para una peste que ya había asolado Egipto y Constantinopla y amenazaba el resto del imperio. Con el paso del tiempo el Papa Gelasio I prohibió y condenó, en el año 494, la celebración pagana de las Lupercales. Quiso cristianizar esta festividad y la sustituyó por el 14 de febrero, fecha en la cual murió martirizado un cristiano llamado Valentín, en el año 270 d. C. Las lupercalias se trocaron pues en una procesión de candelas pidiendo, en cánticos y letanías la misma protección contra la muerte y la fertilidad que procuraba Fauno Luperco, ahora elevada a esperanzas de una vida y salud mucho más alta. A pesar de todo, esta procesión de las candelas desterró el rito pagano mucho más efectivamente que todas las prohibiciones anteriores. Esta celebración se unió más tarde a la liturgia de la Presentación, por la referencia que Simeón hace, en su canto, a Cristo como "luz de las naciones", asociada a los cirios, antorchas y candelas encendidas en las manos de los fieles. El 2 de febrero se cumplían cuarenta días desde que, en la época de San Ambrosio, se fija el 25 de diciembre como fecha del nacimiento de Jesús, también para desterrar el festejo pagano del culto al Sol. De las lupercales procede hoy la tradición del carnaval gallego característico de Ginzo de Limia, Laza y Verín, donde los cigarrones, pantallas o peliqueiros azotan a la gente con débiles fustas de cuero, con cencerros en honor a los pastores de los que Fauno Luperco era dios, y golpeando con tripas de cerdo hinchadas con la mano.