La leyenda le atribuye como padres a Zeus y Dánae. Esta vez, Zeus fue infiel a Hera transformándose en lluvia dorada que hizo caer sobre la joven e inocente Dánae. Antes de que esto ocurriese Acrisio, padre de la joven, sospechando las intenciones del dios, encerró a su hija junto a su nodriza en una cámara cerrada a cal y canto. El oráculo de Apolo, había predicho que si tenía un nieto, éste, le mataría.
El mito se empleaba con frecuencia para simbolizar la omnipotencia del dinero sobre los hombres, ya que era capaz de introducir la codicia hasta en los corazones más cerrados.
Después de la extraña historia sobre su concepción, Perseo nació, y Acrisio se vio obligado a expulsar a su nieto y a su hija de la región. Gracias a Zeus, ambos llegaron al reinado de Polidectes donde el niño creció fuerte y sano.
Un día, en un banquete, Perseo, ya adulto, prometió entregar a Polidectes, como muestra de gratitud por su hospitalidad, la cabeza de Medusa una de las Gorgonas. Ésta, tenía la propiedad de convertir en piedra a quien osaba mirarla. La cosa se complicó aún más, pues en secreto, Polidectes amaba a Dánae, la madre de Perseo. Sabía que su hijo no consentiría su amor a no ser que la tomase por la fuerza, y en el fondo se alegró del peligroso regalo que le había prometido Perseo, porque en el mejor de los casos, si quedaba convertido en una piedra, le dejaría el camino libre con su madre para siempre.
Lo que Polidectes no sabía es, que Perseo era hijo de Zeus, y como tal, recibiría ayuda de los dioses. Hades le entregó un casco que le hacía invisible. Hermes le prestó sus alas para poder volar velozmente. Atenea le dio un escudo plateado con el que podía ver a Medusa sin mirarla directamente. Y por último, Hefesto forjó una majestuosa espada llamada Harpe, fabricada en bronce y diamante que le hacía invencible.
El héroe, encontró a Medusa y gracias a todas las armas que le habían regalado los dioses, consiguió de una sola estacada matarla. De la sangre de su cuerpo, nacieron Pegaso, un caballo alado y el gigante Crisaor.
A su regreso, Perseo, pasó por Mauritania, donde se encontraba Atlas, pero éste, se negó a darle alojamiento. Entonces Perseo le enseñó la cabeza de Medusa y lo convirtió en una enorme cordillera para el resto de la eternidad. Después viajó a Etiopía, allí se hallaba Andrómeda, una hermosa doncella que iba a ser sacrificada a un monstruo que asolaba la ciudad. Perseo prometió liberarla a cambio de su mano. Venció al monstruo y se desposaron.
Tras cuatro años en Etiopía, Perseo y Andrómeda regresaron a reinado de Polidectes. Pero éste, se había convertido en un déspota y tenía atemorizada a su madre Dánae. Perseo no dudó en mostrarle como castigo a la Medusa, convirtiéndolo en piedra y dejando el trono a su madre.
Después devolvió todos los dones divinos a los dioses y le entregó la cabeza de Medusa a Atenea, como prueba de su agradecimiento.
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