lunes, 13 de diciembre de 2010

LA BESTIA POLIFEMO Y LA BELLA GALATEA.




Polifemo era un célebre Cíclope con un sólo ojo en medio de la frente. Vivía en la costa de Sicilia y era hijo de Neptuno y la ninfa Toosa. Como era caníbal, aterrorizaba a todos los que osaban a acercarse a su morada. A pesar de su brutalidad, Polifemo tenía sentimientos y un día se enamoró de la bella nereida Galatea.


Tras un primer encuentro entre ambos, la nereida quedó presa del miedo, mientras el cíclope se propuso ir ablandado su ferocidad para conquistarla. Comenzó a perseguirla desesperadamente, y enseguida descubrió que Galatea amaba a Acis, un joven pastor.

Polifemo, sin pensarlo decidió matarle. Un día, encontró a los amantes en la orilla del mar. Galatea aterrorizada se zambulló en el agua, mientras Acis trató de seguirla. Pero el pastor fue alcanzado por Polifemo quien lo arrojó contra una roca causándole la muerte. Desde ese día, Galatea lloraba a los dioses y les rogaba la inmortalidad de su amado. Éstos, incapaces de cambiar el Destino de las Moiras, sólo pudieron transformarlo en un río que corría cerca del Etna.


Las aventura de este cruel cíclope no terminan aquí, pues en otro mito se narra como un día el héroe Ulises, mientras regresaba a Ítaca, recaló junto a sus hombres en la isla del Cíclope.

Polifemo no tardó en descubrirlos, porque de manera imprudente se adentraron en su cueva para buscar comida. A pesar de que le pidieron hospitalidad arrojó a dos de los compañeros de Ulises contra el suelo aplastándolos y después se alimentó con su carne. El resto de la aterrorizada tripulación no pudo escapar porque una roca, que sólo podía mover la fuerza de un cíclope, tapaba la salida.

Al día siguiente, hubo otras dos nuevas víctimas. Entonces, Ulises, decidió que la situación no se podía prolongar por mucho más tiempo si quería salir con vida de allí. Su ingenio le hizo buscar una estaca de madera que endureció al fuego. Al anochecer, Polifemo regresó de pastorear sus rebaños, devoró vivos a otros dos compañeros del héroe. Mientras, Ulises, le iba ofreciendo escudillas de vino para emborracharlo. Al poco tiempo, cayó rendido de sueño y embriaguez y entonces aprovecharon todos para clavarle la estaca endurecida al fuego en su único ojo.

A día siguiente, el herido Polifemo, sin poder ver donde se ocultaban los hombres de su cueva, movió desesperado la roca que tapaba la entrada para que saliesen los animales y los hombres con ellos, y así mediante el tacto poder capturarlos. Pero Ulises y sus hombres ya habían planeado pegarse al vientre de los carneros más grandes. Bajo sus lomos estaban seguros. El final de la leyenda narra como Polifemo, mientras dejaba escapar a su rebaño, a la vez dejaba libre a la Expedición.

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