viernes, 21 de enero de 2011

CIRCE





Maga cruel, diosa de los hechiceros. Habitaba en un palacio, desde donde encantaba a los paseantes y marineros, a los que robaba y convertía en animales.

En la mitología griega, Circe era una diosa y hechicera que vivió en la isla de Eea.
Sus padres fueron Helios, el titán preolímpico del Sol, y la oceánide Perseis. Como hermanos tuvo a Eetes, el rey de la Cólquida, y Pasífae. Transformaba a sus enemigos o a los que la ofendían en animales mediante el uso de pociones mágicas y era conocida por sus conocimientos de herborística y medicina.


En la Odisea de Homero, su casa es descrita como una mansión de piedra que se alzaba en mitad de un claro en un denso bosque. Alrededor de la casa rondaban leones y lobos, que en realidad no eran más que las víctimas de su magia: no eran peligrosos y lisonjeaban a todos los extraños. Circe dedicaba su tiempo a trabajar en un gran telar.

Cuando Odiseo llegó a la isla de Eea mandó bajar a la mitad de la tripulación, quedándose él en su barco. Circe invitó a los marineros a un banquete, envenenando la comida con una de sus pociones, transformándolos en cerdos con una vara después de que se hubieran atiborrado. Sólo Euríloco, sospechando una traición desde el principio, logró escapar avisando a Odiseo y a los otros que habían permanecido en los barcos. Con el fin de ayudar a sus hombres, Odiseo recurrió al dios Hermes, de quien recibió una hierba que lo hizo inmune a los encantamientos de Circe. La obligó a restablecer la forma humana de sus compañeros y, sorprendida de que alguien pudiera resistirse a sus sortilegios, se enamoró de Odiseo.


Enamorada de Odiseo, le ayudó en su viaje de regreso a casa después de que él y su tripulación pasasen un año con ella en su isla. Según Homero, Circe sugirió a Odiseo dos rutas alternativas para volver a Ítaca: bien hacia las «rocas errantes» (las pumíceas islas Lípari, llamadas de forma parecida en las notas de viaje del Chou Ju-kua en el siglo XIII), donde reinaba el rey Eolo, o bien pasar entre la peligrosa Escila y el remolino de Caribdis, normalmente identificado con el estrecho de Mesina.

Casi al final de su Teogonía (1011f) Hesíodo cuenta que Circe tuvo tres hijos de Odiseo: Agrio (por lo demás desconocido), Latino y Telégono, quien gobernó a los tirsenos, es decir los etruscos. Poetas posteriores sólo suelen mencionar a este último como hijo de Odiseo y Circe.

Cuando se hizo adulto, cuentan, Circe le envió a buscar a su padre, quien había regresado mucho tiempo atrás a su hogar, pero al llegar Telégono le mató por accidente, llevando su cuerpo de vuelta a Eea junto con su viuda Penélope y su hijo Telémaco. Circe les hizo inmortales y desposó a Telémaco, mientras Telégono se casó con Penélope.

Dionisio de Halicarnaso cita que Xenágoras el historiador afirmaba que Odiseo y Circe tenían tres hijos: Romo, Antias y Árdeas, epónimos de las ciudades de Roma, Anzio y Ardea respectivamente.

Que Circe también purificase a los argonautas por la muerte de Apsirto puede ser una tradición arcaica.
En historias posteriores, Circe transformaba a Pico en un pájaro carpintero por rechazar su amor, y a Escila en una criatura monstruosa con seis cabezas de perro cuando Glauco, otro objeto de los afectos de Circe, declaraba su amor eterno hacia aquélla.

Circe, en la mitología griega, hechicera, hija del dios Helios y de la nereida Perseis. Vivía en la isla de Ea, cerca de la costa oeste de Italia. Con pociones y encantamientos, Circe era capaz de convertir a los seres humanos en animales. Sin embargo, sus víctimas conservaban la razón, y sabían lo que les había ocurrido. Durante su travesía, el héroe griego Odiseo visitó la isla de Circe con sus compañeros, a los que ésta transformó en cerdos.

"Ulises/Odiseo cuenta la historia"
“Proseguimos la navegación en el barco abarrotado y arribamos nuevamente a una isla, la de Eea, habitada por una bella semidiosa, hija de Helio y de Perse, que tiene por padre el Océano y hermana del rey Eetes. Llamábase Circe y poseía un soberbio palacio en la isla, pero nosotros nada sabíamos de ella. Anclamos en una bahía agotados por la fatiga. A la mañana tercera, yo, armado con la lanza y la espada, me dispuse a ir a explorar el país y anduve hasta que descubrí una columna de humo que se elevaba del palacio de Circe. 
Pronto todos nos dirigimos a aquel palacio, construido en piedra tallada y oculto en un apacible valle de la isla. Pero, ¡qué asombro el de mis compañeros al descubrir que en la cerca del edificio y delante de las puertas habían lobos de agudos dientes y leones de abundantes melenas, paseándose de un lado a otro! 
Al ver que aquellas bestias no les causaban ningún daño, mis amigos, se acercaron a las puertas del palacio, en cuyo interior resonaba la voz de Circe, que era una excelente cantante. Por consejo de Polites, el más caro de mis compañeros, llamaron a la mujer, pidiéndole que saliese, y, en efecto , ella se presentó y les invitó a pasar. Circe acompañó a los demás al palacio, tratándoles con gran amabilidad. Luego trajo queso, harina y miel y con estos ingredientes la maga amasó un exquisito pastel; pero mientras lo confeccionaba mezcló en la pasta sin ser vista por nadie, ciertos jugos nocivos, destinados a perturbar los sentidos de aquellos infelices. Y en efecto apenas probaron el tentador manjar, todos quedaron convertidos en cerdos.” 
Yo veía todo desde lejos en compañía de Euríloco, “Huyamos de esta playa maldita, me dijo” En el camino hacia el barco me encontré con un joven, adornado con todas las gracias de la juventud, que me alargó su vara de oro, por lo que conocí en él a Hermes, el mensajero de los celestiales. El, cogiéndome afablemente de la mano, me dijo: “Infeliz, ¿adónde vas corriendo por estas selvas sin conocer el país? Circe ha encerrado a tus amigos en la pocilga, transformados en cerdos. ¿Acaso vas a liberarlos? Mira que antes sufrirás tu la misma suerte. Pero yo voy a darte un remedio que te preservará de aquella desgracia. Si llevas sobre ti esta planta maravillosa sus filtros impedirán que te haga algo a ti. Ella te preparará una jalea con vino muy dulce, en la que echará sus drogas, pero esta hierba impedirá que te convierta en bestia. Cuando te toque con su larga vara mágica, tú desenvainas tu espada y arremetes contra ella como si fueses a matarla, con lo cual arrancarás fácilmente un juramento sagrado. Entonces puedes quedarte tranquilo a su lado y satisfacer su voluntad, y una vez exista intimidad entre vosotros, ya no rechazará tus ruegos y te devolverá a tus amigos”.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Circe es una de mis preferidas, es la figura de la magia de la tierra, femenina, muy cercana a todo el tema brujeril que siempre me ha gustado tanto :-). Muchas gracias por la info, genial como siempre!!! :-)

Paty C. Marin dijo...

El personaje de Circe es muy atractivo por la magia que la rodea. No sabía (más bien, no recordaba), que los cerdos que habia convertido eran marineros de Ulises (ahora entiendo porque Ulíses llegó solo, se fue dejando gente en el camino xD)

Un saludo ^^

Melisandre dijo...

Encantadísima de descubriros aspectos nuevos de los mitos de toda la vida!

Kandy dijo...

Me fascina la mitologia... sigue así!!!