domingo, 8 de agosto de 2010

ARES / MARTE "EL DIOS DE LA GUERRA"



El hijo de Zeus y Hera encarnaba el espíritu de la batalla, el que gozaba con la matanza y con la sangre. Habitaba en Tracia, región guerrera, junto a las Amazonas, sus hijas. A pesar de ser el dios guerrero por excelencia no todas sus batallas eran victoriosas. Muchas veces ganaban ante su fuerza, la inteligencia o la prudencia.

El carácter guerrero de las tribus de Tracia llevó a la creencia de que el hogar de Ares estaba en ese país, que era junto con Escitia su principal centro de culto. Ares fue adorado en Escitia con la forma de una espada, a la que no sólo se sacrificaban caballos y otro ganado, sino también hombres. La adoración de Ares en los países al norte de Grecia parece indicar que su culto se introdujo en ellos desde Tracia, y el propio carácter del dios, como es descrito por la mayoría de los antiguos poetas griegos, parece haber sido ideado poco apropiadamente a su representación en obras de arte: en efecto, no se conocen representaciones artísticas de Ares anteriores a la época de Alcámenes, quien parece haber creado el ideal de Ares.
Se conservan pocos monumentos griegos con representaciones del dios, apareciendo principalmente en monedas, relieves y joyas. Aunque importante en la poesía, Ares fue raramente objeto de culto en la antigua Grecia, en comparación con otros dioses, salvo en Esparta, donde era apaciguado la víspera de la batalla, y en el mito fundacional de Tebas, apareciendo en pocos mitos más. En Esparta había una estatua del dios encadenado, para mostrar que el espíritu de la guerra y la victoria nunca abandonaría la ciudad. En esta ciudad se le sacrificaban cachorros de perros negros (en asimilación del sacrificio nocturno ctónico de Enialio) e incluso humanos.

Dio nombre al famoso tribunal ateniense del Areópago, que significaba “colina de Ares”. Éste, era el lugar donde el dios fue juzgado y absuelto de una acusación de asesinato y por tanto los atenienses los escogieron para juzgar también sus delitos de sangre.

Cuando combatía, no lo hacía por una causa, sino por el placer de la guerra. Por lo tanto, no gozó de la simpatía de los griegos. Se le representaba con coraza, casco, escudo, lanza y espada. Su tamaño era sobrehumano y sus gritos podían ser atronadores. Casi siempre combatía a pie y era acompañado de unos demonios que le servían de escuderos.
La leyenda le asocia numerosas aventuras amorosas, la más famosa, la que protagonizó junto a Afrodita.

En el mito cantado por el bardo en el salón de Alcínoo, rey de los feacios, el dios sol Helios espió una vez a Ares y Afrodita haciendo el amor en secreto en casa del esposo de ésta, Hefesto, a quien alertó presto. Hefesto enfureció y conspiró para atrapar a la pareja in fraganti, para lo que dispuso sobre la cama una sutil red metálica invisible con el poder de inmovilizar a cualquiera, incluyendo a los dioses. Así atrapó a Ares y Afrodita en la siguiente ocasión, trayendo entonces a los demás dioses para que fuesen testigos del adulterio (las diosas no fueron por pudor), pensando humillarlos. Algunos comentaron la belleza de Afrodita, otros que habrían cambiado gustosos el lugar de Ares, pero todos se burlaron de ellos. Poseidón accedió a devolver a Hefesto el excrex de Afrodita. Cuando la pareja fue liberada, Ares huyó a su tierra natal, Tracia. En una versión adulterada muy posterior, Ares ponía a Alectrión a su puerta para que le avisase de la llegada de Helios, pero el joven se quedó dormido y Helios descubrió a los amantes. Ares, furioso, transformó a Alectrión en un gallo, que nunca se olvida de anunciar la llegada del sol por la mañana.

Deimos y Fobos eran hijos suyos con Afrodita y también respectivamente los espíritus del terror y el miedo, que le acompañaban a la batalla.

La hermana y compañera del homicida Ares era Enio, diosa del derramamiento de sangre y la violencia. La presencia de Ares se veía acompañada por Cidoimos, el daimon del alboroto de las batallas, así como las Macas (Batallas), las Hisminas (Disputas), Polemos (un espíritu menor de la guerra, probablemente un epíteto de Ares, pues no tenía un dominio específico) y la hija de éste, Alala, la diosa-personificación del grito de guerra griego, cuyo nombre era usado por Ares como grito de guerra propio. Su hermana Eris le acompañaba en los combates, incitando a los soldados a luchar. Su otra hermana Hebe, a quien trataba irrespetuosamente, era reclamada a menudo para prepararle el baño.

Todos sus hijos fueron terribles, entre ellos destacó Éris (la Discordia). También se cuentan hijos con mujeres mortales, la mayoría hombres violentos y crueles.
Su culto se difundió mucho entre los romanos, que era un pueblo más belicoso que los griegos. Lo consideraban padre de Rómulo y Remo, gemelos amamantados por la Loba Capitolina. Y se instituyó en su honor el colegio de sacerdotes “salios”, encargados de velar los escudos sagrados. Los animales consagrados a este dios eran el perro y el buitre.

En la Ilíada, Homero representa a un Ares sin alianzas fijas ni respeto hacia Temis, el orden correcto de las cosas: prometió a Atenea y Hera que lucharía del lado de los aqueos, pero Afrodita logró persuadirle para que luchase junto a los troyanos.
Durante la guerra, Diomedes se enfrentó a Héctor y vio a Ares luchando en el bando troyano. Diomedes pidió a sus soldados que se retirasen lentamente. Hera, la madre de Ares, vio la injerencia de éste y pidió permiso a Zeus, su padre, para alejarlo del campo de batalla. Ares atacó a Diomedes con su lanza, pero Atenea desvió el ataque. Diomedes respondió con la pica y Atenea guió el golpe para herir a Ares, quien en su caída bramó como nueve o diez mil hombres y huyó al monte Olimpo, lo que obligó a los troyanos a retirarse.
Cuando Hera mencionó durante una conversación con Zeus que su hijo Ascálafo había muerto, Ares rompió a llorar y quiso unirse a la batalla del lado de los aqueos contra la orden de Zeus de que ningún olímpico debía participar en la guerra. Atenea detuvo a Ares y le ayudó a quitarse la armadura. Más tarde, cuando Zeus permitió a los dioses tomar parte activa en la guerra de los mortales, Ares intentó vengarse de Atenea, pero terminó herido de nuevo cuando ésta le golpeó con una piedra, cubriendo al caer con su cuerpo tumbado siete yugadas.

2 comentarios:

Laura dijo...

Molt bé, he pogut treure molta informacio d'aquest blog

Daniel dijo...

Más información y es para que lo viera todo el mundo porque a mí me ha encantado